Desde que en junio de 1985, Steve McCurry (Philadelphia, 1950) llevara hasta la portada de la revista National Geographic la mirada de una niña afgana de ojos verdes -la misma que 18 años volvió a retratar con su cámara conociendo ya su identidad, Shabart Gula-, lectores y aficionados a la fotografía de todo el mundo identifican a este fotógrafo estadounidense con el reconocimiento a los pueblos más castigados. Si en aquella fotografía, McCurry retrató el dolor en el campo de refugiados de Nasir Bagh, en Pakistán, a través de los ojos de una niña de 12 años, el legendario reportero posa su mirada ahora hacia África para retratar el profundo vínculo del hombre con la tierra.

De la mano de la legendaria marca de café Lavazza, fundada en 1895, McCurry se ha embarcado en la realización del ya célebre calendario de la casa italiana, que años antes han creado leyendas de la fotografía como Annie Leivobitz, Erwin Olaf, Helmut Newton o la Agencia Magnum, de la McCurry que es miembro desde el año 1986.

Si bien se ha especializado a lo largo de su carrera en la cobertura de zonas de conflicto -Beirut Camboya, Filipinas, la Guerra del Golfo o Filipinas, Yugoslavia, Afganistán o el Tíbet son sólo algunos de los destinos en los que se ha encontrado de frente con la vileza humana y el infinito dolor de los pueblos en guerra- en este encargo que le ha hecho Lavazza, producido conjuntamente con el movimiento internacional Slow Food y bajo la dirección creativa de la agencia de publicidad Armando Testa, el fotógrafo ha querido poner frente a sus objetivos a los protagonistas del proyecto Defensores de la Tierra. "Son los guardianes de las tradiciones alimentarias del continente africano que atestiguan la esperanza de un cambio que consideramos posible. Hemos recurrido a fotografías de alto valor artístico para narrar sus historias y sus sueños, y describir toda la fuerza y la pasión que desprenden sus almas", explica Francesca Lavazza, directora de la imagen corporativa de la compañía.

Además, por primera vez en sus 21 años de historia, el Calendario Lavazza está a la venta en una edición limitada (Calendar2015.lavazza.com) cuyos fondos van destinados al proyecto 10.000 huertos en África en apoyo a las comunidades Terra Madre que cultivan huertos en las escuelas, villas y afueras de las ciudades en 25 países africanos.

Para Carlo Petrini, Presidente y Fundador de Slow Food, "ya no es admisible ni consecuente consumir alimentos de forma inconsciente, sin tener en cuenta lo que hay detrás del producto. No podemos seguir tolerando que se deniegue a las comunidades locales de África su propia soberanía alimentaria. El proyecto Defensores de la Tierra sostiene que debemos ayudar a África y contribuir al resurgimiento de este continente, plenamente conscientes y orgullosos de que no se trata de un acto de caridad, sino de devolver parte de lo que se nos ha dado".

Ese espíritu luchador y optimista que persigue esta campaña es el que refleja en cada una de las hojas de este prestigiosa obra, más una obra de coleccionista que un mero almanaque. Niños que sonríen y levantan sus brazos al cielo ante una inesperada lluvia de café, agricultores, comerciantes de puestos de granos y especias de mil colores desfilan de enero a diciembre en bellísimas instantáneas. "Hemos podido ver a la gente trabajar, en la cosecha, relajarse... Nos invitaron a su casa, como invitados en un mundo que es verdaderamente en otro lugar. Y esto es parte de lo que es tan bonito sobre un trabajo como el mío y un proyecto como ¡Tierra!: no ser vistos como intrusos, sino como personas que forman parte de un plan compartido", confiesa McCurry.

La relación entre Lavazza y este fotógrafo es larga, tanto como lo es la relación de la empresa cafetera italiana y la fotografía, que comenzó hace más de 20 años (en 1993 vio la luz el primer calendario Lavazza con fotografías de Helmut Newton). Aunque el primer calendario de McCurry es para 2015, el reportero ha trabajado con la compañía desde 2002, usando sus fotografías para documentar el compromiso de Lavazza con la iniciativa ¡Tierra! a través de los proyectos que la marca tiene en Perú, Honduras,Colombia India, Brasil y Tanzania y Etiopía. Desde hace más de una década, la Fundación Lavazza trabaja en estrecha colaboración con las comunidades cafeteras para ayudarlas a ser independientes y mejorar los estándares de calidad del café que cultivan, haciéndolos más competitivos en los mercados mundiales, para dignificar un trabajo que se pueda contemplar en estos 12 meses.