Elecciones

Brillantez y dureza

LAS encendidas polémicas que en los últimos meses han salpicado a la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, sobre todo por las obras para la llegada del AVE a Barcelona, han servido de cortina de humo para impedir ver con claridad el perfil de una mujer que entre otras cualidades posee un brillante currículum, tanto en el aspecto formativo como profesional.

Álvarez Arza, que es doctora cum laude en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad Complutense de Madrid, ha sido profesora de Economía en la UNED; en la Escuela de Prácticas Jurídicas de Málaga y en el Instituto de Estudios Fiscales. En 1979 accedió por oposición al Cuerpo de Inspectores de Finanzas del Estado y desde entonces ha estado ligada laboralmente a la Administración Tributaria. Fue inspectora jefe de la delegación de Hacienda de Málaga, directora general de Incentivos Económicos Regionales y directora del departamento de Inspección Financiera y Tributaria de la Agencia Tributaria, cargo del que se encuentra en excedencia.

En el ámbito político, la cabeza de lista del PSOE por Málaga al Congreso ha sido parlamentaria andaluza en sucesivas legislaturas y en agosto de 1994 fue nombrada consejera de Economía y Hacienda de la Junta y se incorporó como independiente al segundo Gobierno de Manuel Chaves. En 1996, tras las autonómicas, fue confirmada por Chaves en su cargo, lo mismo que sucedió tras los comicios de 2000. Su ingresó como militante en el PSOE se produjo en 1997.

En los 10 años en los que fue responsable de la política económica andaluza obtuvo fama de ser muy buena con los números y como administradora. Destacó su papel en defensa de una financiación autonómica más justa para todas las comunidades. La candidata ha explicado en más de una ocasión que durante todo este tiempo fue ganándose la confianza de los distintos sectores de la sociedad andaluza y comenzó a sentirse cómoda en el mundo político, casi siempre protagonizado por hombres.

Quizá uno de los puntos negros en su trayectoria se encuentra en la llamada guerra de las cajas. Álvarez se empeñó en crear una entidad financiera única en Andalucía, aunque no contaba con el respaldo de todas las entidades ni con algunos sectores de su propio partido. Esta actuación provocó divisiones internas en el PSOE y más de un dolor de cabeza al presidente Chaves.

Fue en marzo de 2004, cuando se la designó para encabezar la lista al Congreso por Málaga, y tras el éxito electoral, es cuando Zapatero la llama para que forme parte de su Gobierno. Es en aquel entonces cuando alguna mala lengua hace correr la especie de que en la Junta se brindó con champaña tras la marcha a Madrid de la consejera.

Para definir con exactitud el perfil de Magdalena Álvarez es imposible obviar su fuerte carácter y su forma de ser impetuosa, lo que en no pocas ocasiones le ha granjeado problemas y más de una antipatía, incluida la de trabajadores de los medios de comunicación, ante los que no parece encontrarse demasiado a gusto. De hecho, la política informativa del departamento ministerial que dirige ha sido también fuente de problemas. Han sido cuatro los jefes de prensa y tres los de su gabinete los que han abandonado su misión a lo largo de la pasada legislatura.

Sin embargo, en el plano corto no es tan fiera como la pintan. Durante estos días de campaña se ha empeñado en mostrar su lado más humano, para lo que se ha prodigado en las televisiones locales para someterse a entrevistas de carácter personal. Allí ha explicado que es un ama de casa como otra cualquiera, que cuando llega a su hogar se quita el gorro de ministra y realiza las faenas que sean necesarias, y descubre que en la cocina opta por la cuchara, frente a una mayor sofisticación de los platos que elabora su marido, que son muy celebrados por la candidata y su única hija.

También explica, aunque no sea políticamente correcto, que en los periodos de gran actividad política su mayor placer es descansar tumbada en el sofá, aunque, en vacaciones le gusta pasar el tiempo en la playa o en el campo sin hacer nada. En el terreno de las relaciones personales asegura que se empeña en cuidar a sus amigos, y presume de tenerlos, sobre todo alguna amiga, desde los 7 años. Sobre las personas con las que ha trabajado codo con codo, por ejemplo Manuel Chaves, dice que admira su olfato político y de su buen amigo Pedro Solbes cuenta que le suele dar buenos consejos.

La candidata malagueña también ha puesto de manifiesto alguna vez que lo que realmente la subleva en el ambiente político es el desdén por lo andaluz y especialmente hacia su forma de hablar, su acento, del que se siente orgullosa y "que tiene que ser respetado". Cree que todo se debe a que a pesar de los avances en materia de igualdad el machismo sigue imperando en la sociedad española. "Todavía cuesta admitir que una mujer andaluza sea capaz de llevar la inversión de un país, con casi 70.000 millones de euros".

Sobre el futuro de la actual ministra de Fomento, sin duda curtida en mil batallas, todo son especulaciones. Aunque estos días en los que Chaves se ha referido a su deseo de que, en su día, sea sucedido por una mujer, a más de uno se le ha venido a la cabeza el nombre de Magdalena Álvarez.

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