Cultura

Vidas y destinos bajo el manto de la figura materna

  • Pilar Távora presenta 'Madre amadísima' fuera de competición · La directora prepara ya un documental sobre Diego Amador

El cine de la directora sevillana Pilar Távora ahonda en personajes femeninos de fuerte personalidad y destino aciago cuyo entorno familiar cumple siempre un rol protagonista. Esa constante de su filmografía, en la que hay hitos como Yerma, interpretada por Aitana Sánchez-Gijón, se aplica también a la historia del homosexual Alfredito que protagoniza Madre amadísima, su tercer largometraje tras Nana de espinas. La cinta, rodada en las provincias de Sevilla y Cádiz, se ha proyectado fuera de concurso en el certamen cinematográfico que acoge la capital andaluza y cuenta "una historia humana que se dirige directamente a la emoción", explica su directora, satisfecha por la recepción que tuvo su trabajo en el Teatro Lope de Vega. "Aún estoy conmocionada. La gente reía a carcajadas y minutos después lloraba con pañuelos y todo. Un señor mayor se acercó al equipo al final de la proyección para agradecerle que hayamos contado esta historia sobre gente que ha sufrido mucho por su condición sexual".

Madre amadísima cuenta la historia de un andaluz de 56 años vestidor de vírgenes y que nace en pleno franquismo "cuando los homosexuales eran los mariquitas para todo el mundo", afirma Távora. La película recorre las anécdotas, desengaños y sufrimientos de la vida de Alfredito, a quien interpreta en su madurez el actor Ramón Rivero a partir de un guión escrito por su pareja, el guionista gaditano Santiago Escalante. El título tiene que ver con la devoción que el protagonista siente por su madre -encarnada por Gala Évora en su juventud y Gloria de Jesús en la madurez- y por su Virgen, representada en una talla creada expresamente para esta película.

Pilar Távora considera que la visión que de la religiosidad ofrece su trabajo "tiene mucho que ver con lo andaluz pero no es exclusiva de esta tierra: distingue claramente entre la dimensión humana de la fe y la institución terrenal que es la Iglesia". Para ella, la gran protagonista es aquí la figura materna "porque sin su manto de protección y de servicio careceríamos de huecos de salvación".

La cinta aún no tiene fecha de estreno, aunque su autora confía en que éste se produzca después de las Navidades. Su deseo personal es presentarla antes en Cádiz por la vinculación personal de Ramón Rivero y Santiago Escalante con la capital gaditana. Para ello "he hablado con el equipo de Teófila Martínez, que se ha mostrado muy interesado y está buscando una sede. Ojalá sea el Teatro Falla", comenta ilusionada.

La actividad de la directora no se agota aquí. Ya tiene cerrada la primera parte de la financiación de su cuarto largo de ficción, Siete testigos, una historia de amor entre jóvenes gitanos que rodará en Sevilla y "donde no habrá navajas ni familias enfrentadas". En paralelo, prepara un documental sobre el artista y compositor Diego Amador El Churri, "el hermano menor de los Pata Negra, que acompaña por el mundo a los más grandes sin haber estudiado música". Además, la Consejería de Cultura financiará parte de un proyecto sobre indígenas que Távora coproducirá con Argentina y rodará a partir del próximo febrero en Bolivia, Perú y el norte de Argentina.

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