SEFF 2016

El Giraldillo de Honor reivindica a Valeria Bruni Tedeschi, "la mujer tras la cámara"

  • El festival proyecta el último trabajo como directora de la intérprete, el documental 'Una joven de 90 años'. La actriz recuerda a su mentor Patrice Chéreau en su visita a Sevilla.

Valeria Bruni Tedeschi (Turín, 1964) tenía entre sus sueños pendientes el de realizar un documental, un género que le entusiasmaba pero que tras varias películas como directora aún no había abordado. La oportunidad para atender, al fin, ese flanco pendiente en su carrera le llegó con un "cheque en blanco"del canal ARTE, que le dio libertad para hacer el proyecto que quisiera. Así surgió Une jeune fille de 90 ans (Una joven de 90 años), la película que presentó ayer en el Sevilla Festival de Cine Europeo en una velada en la que la italiana recibió, además, el Giraldillo de Honor en reconocimiento a su carrera.

El SEFF, tal como manifestó ayer su director, José Luis Cienfuegos, reivindica a la intérprete "en su faceta de mujer tras las cámaras", como la creadora que tras Es más fácil para un camello... (2003), Actrices (2007) y Un castillo en Italia (2013) cambia de registro y plantea "un documental de riesgo", prosigue Cienfuegos, una propuesta que aborda un tema casi tabú en la sociedad actual como es la vejez. "Valeria llevaba muchos años sorprendiéndonos, pero cuando este verano vimos la película nuestro interés fue inmediato", cuenta el responsable del SEFF.

Bruni Tedeschi pensó que sería un escenario idóneo para su documental el servicio de geriatría del Hospital Charles Foix d'Ivry: allí, el coreógrafo Thierry Thieû Niang iba a hacer un taller de danza para personas con alzheimer. "Lo vi suficientemente interesante como para decirme: voy a grabarlo, voy a hacer un corto", afirma la actriz, que pronto se dio cuenta de que requeriría más metraje para contar lo que ocurría en esas dependencias, historias como el enamoramiento que Blanche Moreau sentía cada vez que veía a Thieû Niang. "La primera vez que estuve en el geriátrico sentí una especie de identificación, incluso de alegría", revela Bruni Tedeschi, "porque me di cuenta de que todos íbamos en el mismo barco, todos éramos iguales: la mujer que perdía la memoria, la que quería tener una historia de amor, el hombre que se sentía solo. Era esa idea de que todos somos humanos y tenemos las mismas necesidades, no importa la edad que tengas, fue lo que me atrajo para esta película".

Los ancianos que retrata la cámara de Bruni Tedeschi y Yann Coridian, el codirector de Una joven de 90 años, son "personas que despiertan a través del movimiento", explica Thieû Niang, que anteriormente había realizado talleres para niños autistas, presos o ancianos y aquí trabajaba por primera vez con enfermos de alzheimer. El coreógrafo, que también viajó ayer a Sevilla, detalla que "estas personas tienen la particularidad de que les varía el ánimo cada hora. No se acuerdan de nada y para ellos todo es el presente. A Blanche, yo le daba tiempo para que me reconociera... Pero en ellos, a pesar de la enfermedad, del cansancio, encuentras todavía instantes de alegría", defiende.

Con Una joven de 90 años, Bruni Tedeschi no sólo cumple su sueño de firmar un documental, también se adentra en un ámbito que le apasiona, la danza. "Voy a contarles la verdad, yo lo que quiero es ser bailarina. Y bailaba en Es más fácil para un camello con la ilusión de que me llamaran de una compañía de danza. Y en Una joven... hay una escena en la que bailo con Thierry, pero no hubo suerte y la montadora al final no la utilizó", bromea la intérprete con los periodistas, antes de admitir que también en este proyecto, como en los anteriores, se ha servido de vivencias personales. "Antes de hacer la película estaba desesperada y oía una y otra vez el I Will Survive de Gloria Gaynor, de modo que luego utilicé ese tema aunque me decían que era una canción muy banal y que me iba a salir muy caro tenerla. Lo cierto es que no tengo mucha imaginación y cojo elementos de mi vida, mis obsesiones, para mi obra". También se permite otra confidencia cuando se le pregunta por la capacidad para alternar títulos en Francia y en Italia. "Le diré una cosa: la historia es que cuando me enamoro quiero trabajar en un país, y cuando esa relación no funciona y quiero huir, trabajo en el otro", apunta con humor sobre una filmografía en la que cuenta con un César y tres David de Donatello y en la que ha sido solicitada por directores dispares como François Ozon, Paolo Virzi o Patrice Chéreau, en cuya escuela se formó, que la dirigió en uno de sus primeros filmes, Hotel de France, y por el que mostró preferencia. "Soy una actriz que hace documentales o que escribe un guión, digamos que ser actriz es mi punto de partida. Y hay muchos directores que me han marcado, pero de todos fue fundamental mi experiencia con Patrice. Muchas veces, trabajando, he sentido que él seguía conmigo, y hoy también lo siento así, porque Sevilla era su ciudad de adoptiva, donde tenía una casa; Sevilla era la casa de Patrice".

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