Segundo festejo del abono

Finito se inspira y crea una faena de pureza en La Línea

  • El diestro de Córdoba crea una faena artista y con temple a un gran toro · El Cid cuaja una buena tarde y deja detalles al natural y El Cordobés, también a hombros · La corrida de Carlos Núñez, noble y buena

La fábula del trincherazo y el natural podría ser el título de la obra que dejó Finito de Córdoba en la retina de los espectadores que acudieron ayer a la plaza de toros de La Línea. Está claro que el toreo bueno convence a todos y  a aquellos que han dejado de confiar en toreros de la clase de Finito. Éste demostró que con un toro bueno como el de Carlos Núñez puede bordar el toreo. Y así ocurrió.

El de Córdoba cuajó una faena de toreo caro, lleno de pureza,  del que se puede paladear y con el que el buen aficionado se queda con el regusto. Finito toreó para él, para sus partidarios, para los que piensan que es un torero que está de retirada, para los aficionados, para los ganaderos , para los profesionales. Un trincherazo de cartel en el comienzo de faena vaticinó que la obra iba a ser de toreo bueno. Derrochó la pureza de este corte de toreros que necesitan un toro, un día clave de inspiración y,seamos claros, que lo vea rápido, porque Finito es transparente para lo bueno y para lo malo. Un  natural arrastrando con temple la muleta de los que se ven muy pocos y que recordó al trianero Emilio Muñoz. Que torero más puro el de Triana. La faena tuvo intensidad, temple y mano baja. A partir de ahí Finito se rompió y dejó una página de buen toreo en La Línea.  Y se preguntarán por el toro. El de Carlos Núñez fue un gran toro, tuvo nobleza, transmisión, clase y todo lo que un ganadero busca en la selección. Fue un toro de vacas y que recordó a Rompepotros lidiado el año pasado en esta misma plaza y que fue extraordinario. El ganadero Carlos Núñez y sus hermanos jaleaban cada pasaje del diestro de Córdoba. No era para menos. El trabajo de alquimista de estos hombres de campo se veía reflejado en un gran toro.

Como también lo fue el quinto de la tarde. Un animal que se desplazaba bien por el derecho y que aprovechó a su manera El Cordobés. Muchos pases y poco poso. Eso sí el salto de la rana cada vez lo templa mejor. Antes en su primero, un toro manso pero que sacó el buen fondo de Núñez, compuso una faena de tendidos de sol. Es otra historia, pero también forma parte de este espectáculo.

Y seguían saliendo toros buenos como el tercero que toreó El Cid por el derecho relajado en dos series. Luego se apagó el de Núñez y el trasteo bajó de intensidad. Y el sexto fue otro toro que transmitió y con genio del bueno. El Cid le pegó buenos naturales, aunque no le llegó a coger el aire del todo. El de Salteras en otro momento le hubiera cortado las dos orejas. La estocada fue perfecta.

Y Finito todavía seguía toreando para él y en la mente de todos.

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