España

¡Y encima dice que le va a votar!

SALIDA de los cien metros lisos, modalidad femenina, Juegos Olímpicos de Madrid. Una de las atletas amaga antes del pistoletazo y el resto pica. Salida nula y retrato de las intenciones de cada cual. La espabilada competidora se apellida Aguirre y no pierde la sonrisa. Ni siquiera cuando quienes acaban de caer en su trampa la recriminan. Ahora dice que nada de nada. Que no se presenta. Que está con Rajoy y le votará en junio. Ha jugado a la ambigüedad para observar cómo está el patio en el PP. Y ya tiene una idea clara.

Primera conclusión. Aún se lleva el feudalismo. Entre la aventura del órdago al jefe y la paradójica tranquilidad de una eventual derrota para quien ya carga con dos, los barones lo han visto claro. Segunda conclusión. Francisco Camps, Alberto Ruiz-Gallardón y cualesquiera otros soñadores no tienen prisa por lanzarse al ruedo. Conclusión número tres. Aguirre es más lista que el hambre. Sin querer queriendo, como El Chavo del 8, ha desatado una inusual tormenta de nervios en el PP . Rajoy, por cierto, se ha destapado como un hombre miedoso a la par que fiero.

No crean que el culebrón se cierra con este paso atrás. En junio llega el congreso popular, pero dentro de tres años se celebrará otro. Y la legislatura -nadie ha reparado en ella a estas alturas- ofrece sistemáticamente enormes posibilidades y escenarios. Anoche, la Aguirre se confesó: "No quiero ser presidenta del Gobierno; mis ambiciones están colmadas". ¿Inverosímil? Sus palabras podrían diluirse no sólo por el empeño de cierto sector editorial o por los futuros movimientos del alcalde de Madrid -eterna motivación de sus propios actos- sino sobre todo por su filosofía política. "Nada es inamovible", concede. Quienes quieran frases cerradas, promesas blindadas o guiones previsibles que busquen a otro. Obtenida esta paz provisional, alejada la amenaza del caos, Rajoy debería recordar que existe un Gobierno felicísimo de vivir sin la oposición.

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