España

Rubalcaba, momento clave

  • Las elecciones de hoy en Andalucía y Asturias marcarán el futuro de Rubalcaba y el PSOE pero también serán un test importante para conocer cómo han calado entre los españoles las primeras medidas de Rajoy

S I el PP consigue mayoría absoluta en Andalucía, en Ferraz habrá noche de cuchillos largos", afirma un destacado socialista hoy alejado del círculo de influyentes aunque conoce el partido mejor que las dos mujeres que dirigen el partido junto a Alfredo Pérez Rubalcaba, la vicesecretaria general Elena Valenciano y la portavoz parlamentaria Soraya Rodríguez.

Hoy se deciden los gobiernos de Andalucía y de Asturias, pero se puede decidir también el futuro del actual PSOE, que no ha cerrado sus heridas ni recobrado su espíritu a pesar de que Rubalcaba finalizo el congreso de Sevilla con palabras esperanzadoras y que pretendían ser de ánimo. Alguien que conoce a Rubalcaba muy bien y que sabe de su estado de ánimo cuenta que "está tan pesimista que considera un triunfo que ganemos en Asturias, no que gobernemos. Pero al menos podrá decir que el PSOE tiene un reducto en el mapa de España. Sí, está Patxi López, pero gobierna porque el PP le apoya contra viento y marea con tal de que no haya un lehendakari nacionalista. Pero a ver qué pasa en las elecciones vascas de dentro de un año".

Rubalcaba se la juega este domingo. Tanto, que a pesar de que Felipe González no quería intervenir en la campaña electoral, Rubalcaba no paró hasta conseguir que participara en los mítines finales. El ex presidente aún tiene predicamento en un sector muy concreto de los votantes socialistas, el de los llamados "nostálgicos", pero en cambio no dice nada a los más jóvenes. Y la única posibilidad que tiene el PSOE de sobrevivir es precisamente captando el sector joven y apostando por el relevo generacional. González aún seduce a algunos andaluces por la cuestión del terruño, pero desde luego dice poco a los jóvenes socialistas asturianos. La prueba es que desde Ferraz optaron por pasar página hace unos meses cuando decidieron apostar por la nueva generación, el catedrático Javier Fernández, frente a la veteranía de Álvarez Areces.

Rubalcaba va a la desesperada, necesita como el comer salvar los muebles. Rubalcaba ganó el congreso de Sevilla en precario, ha prescindido de muchas de las personas del PSOE que tenían más fuerza en el partido, algunas de ellas con papel muy activo en la captación de votos para su candidatura a la secretaría general, y ha dado el máximo protagonismo a Valenciano y Rodríguez, no suficientemente curtidas en el funcionamiento interno del partido y la segunda, además, una perfecta desconocida fuera del ámbito de Castilla y León y aún en esa comunidad sin excesivo papel, y cuyo mayor mérito es haber coincidido en el Parlamento Europeo con Valenciano, que es quien la ha catapultado a la portavocía a pesar de que la mayoría de los diputados del PSOE se inclinaban por otro perfil, por otro candidato.

En ese escenario confuso y poco amable para un Rubalcaba que no está seguro en su puesto, nadie pierde la referencia de una Carmen Chacón que no pronuncia palabra desde que perdió el congreso de Sevilla, y que según su círculo más próximo decidirá su futuro en función de cómo resulten las elecciones y qué ocurre en los congresos regionales del partido, que hasta ahora no han ido en la línea de lo que buscaba y esperaba Rubalcaba.

En ese panorama complicado, Rubalcaba además tiene a Griñán en casa, nada menos que en la presidencia del partido. Le incluyó, a pesar de su apoyo a Chacón en el congreso federal, para visualizar así su apoyo a un candidato al que necesitaba vencedor en las autonómicas para asegurarse la estabilidad en la secretaría general. Si Griñán pierde el gobierno andaluz querrá ejercer como presidente del partido entre otras razones porque poco más podrá hacer excepto escuchar críticas ácidas sobre su gestión de gobierno en los debates del parlamento andaluz.

Por tanto Griñán, lo sabe la dirección en Ferraz, intentará dar contenido a su presidencia del partido, y eso provocará inevitablemente un choque de trenes entre dos figuras que han tenido mucho protagonismo, Rubalcaba y Griñán, y que están obligados a convivir en las horas más bajas de su carrera política con un partido decepcionado, sin poder, con miles de dirigentes que han perdido sus cargos y que echan la culpa de sus males al Gobierno del que formaba parte importante Rubalcaba y al Gabinete que presidía José Antonio Griñán.

Hoy es una fecha que inquieta a Rubalcaba pero es también una fecha que importa a Rajoy.

Suele decir el presidente del Gobierno que está acostumbrado a que cada cita electoral se presente como un plebiscito hacia su persona, y no le falta razón. Pero en esta ocasión el plebiscito no es hacia su persona, sino hacia las iniciativas que ha tomado en sus primeros cien días de gobierno, fundamentalmente a la reforma laboral contra la que los sindicatos han convocado una huelga general que apoya el PSOE.

La reforma no va a ser modificada aunque la convocatoria de huelga sea masiva, pero las elecciones serán un termómetro para Rajoy: el resultado indicará si los españoles respaldan mayoritariamente sus decisiones.

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