El informe de la Guardia Civil, fechado en Madrid este mes de marzo, augura un "cierre de filas" de la izquierda abertzale en torno a los pocos dirigentes que continúan en libertad para evitar "escisiones" y una reorganización interna dirigida por la banda terrorista.

Tras un detallado análisis de los resultados de la izquierda abertzale en los comicios del pasado 9 de marzo, en los que tanto ETA como la ilegalizada Batasuna y ANV pidieron la abstención, el informe concluye que esta opción sólo tiene el respaldo del 6 por ciento del censo en el País Vasco, su "mínimo histórico".

Así, los expertos del instituto armado comparan los datos de participación en los últimos procesos electorales y llegan a la conclusión de que la abstención atribuible a la izquierda abertzale en la última cita con las urnas es de 106.000 personas en el País Vasco y de otras 5.000 en Navarra.

Estas cifras contrastan con los resultados de anteriores elecciones, en las que las candidaturas afines a ETA llegaron a obtener hasta 228.169 sufragios (en los comicios municipales de 1999).

Según el informe, en esta ocasión los dirigentes de la banda terrorista optaron por pedir la abstención de sus simpatizantes "porque entendieron que podrían, de este modo, mostrar un mayor apoyo social, al permitirle asumir como propia la abstención que se da en todas las elecciones".

También podrían, "a través en muchos casos de la simple y pura coacción a la puerta de los colegios", asegurarse "de que la militancia no acudiría a la cita con las urnas y, por tanto, evitar la fuga de votos hacia otras formaciones políticas".

La Guardia Civil hace notar que la izquierda abertzale mejora sus resultados en las elecciones que se celebran durante los periodos de tregua de ETA y los empeora en los comicios siguientes a la vuelta de la banda terrorista a la violencia, tendencia que se ha agudizado en esta última ocasión.

Además, la subida de votos es menor con cada alto el fuego, de modo que "el efecto electoral de la tregua del año 2006 fue considerablemente menor que el de la tregua del año 97", mientras que la bajada experimentada tras cada ruptura del alto el fuego ha sido igual de pronunciada.

"Y ello a pesar de que, al contrario de lo que hizo en el año 2004", cuando pidió el voto nulo, "esta vez volvió a utilizar la abstención y la consiguiente coacción para intentar ocultar su debilidad" y "coaccionar a sus bases díscolas", añade el informe.

Éste concluye que la consigna de la abstención "refleja el temor de ETA al abandono de sus propias bases, consciente de que la ineptitud en la gestión del denominado 'proceso de paz', la dificultad para explicar ante su propio electorado la ruptura de la tregua, las ilegalizaciones y los distintos 'experimentos electorales' habían debilitado notablemente su apoyo".

La banda, según el informe, es consciente de la "desmoralización" que está causando entre sus militantes su "bajo nivel de actividad terrorista" debido a la eficacia de las Fuerzas de Seguridad, lo que unido a los malos resultados de sus marcas electorales "ha abierto una importante vía de agua en el mundo abertzale".

Además, y con el fin de evitar "posibles escisiones" y "desviaciones de la ortodoxia", previsiblemente la izquierda abertzale "cierre filas sobre los pocos militantes y dirigentes cualificados de los que aún dispone y se produzca una reorganización interna de todas las organizaciones que la componen, dirigida y vigilada por la propia ETA".

Ésta, como "vanguardia" del movimiento, "desarrollará su estrategia para volver a aglutinar a sus simpatizantes y tratará de conseguirlo mediante la coacción interna de sus bases y a través de acciones terroristas contra agentes externos para provocar la desestabilización".