País vasco La crisis y la lucha antiterrorista marcan el aterrizaje de los socialistas en Ajuria Enea

Cien días sin tregua

  • El 'periodo de gracia' de Patxi López en su estreno como lehendakari dejó de existir desde el minuto uno, pero su gran promesa de no dejar ni un resquicio de impunidad a ETA brilla entre la gran tormenta

La makila, ese tradicional bastón vasco que tanto sirve como apoyo para caminantes como arma gracias al estoque que esconde su empuñadura, ya lleva en manos del primer lehendakari no nacionalista cien días, ese periodo de gracia de reminiscencias napoleónicas que se concede a los gobernantes para facilitar su aterrizaje en el poder; una cortesía que se antojaba más necesaria que protocolaria tras 30 años de gobierno del PNV y que fue despreciada por ETA al día siguiente de la investidura y luego destrozada con tres asesinatos. Acabar con ella, con la organización terrorista, es la prioridad mayúscula del hombre que blande la makila y bien que lo está demostrando al impulsar la inédita fumigación de las fiestas patronales y de esos bares del fotomatón.

Bajo el trillado eslogan de El Gobierno del cambio, el Gabinete socialista se puso manos a la obra el 9 de mayo y más parece que haya pasado una eternidad que el castrado periodo de gracia del nuevo gobernante, que está poniendo contra la pared a la impunidad y a la chulería con la que suelen desenvolverse los violentos a un ritmo tal que más temprano que tarde podrá pasearse por las calles vascas y navarras sin toparse con el siniestro paisaje de las imágenes de los asesinos y sus colaboradores en plazas y tabernas por doquier.

Y aunque a algunos les resulte baladí, también es importante que la bandera española haya vuelto a salir del armario en las instituciones. O que el mapa del tiempo de la televisión pública vasca haya dejado de incluir a a Navarra y al País vasco francés, esa Euskal Herria del imaginario fundamentalista.

Acabar con ETA es una prioridad ya cuarentona y por ella también pasan los años. Y los desengaños. El lehendakari López tuvo, como su antecesor, un problema con la Justicia por dar pábulo a los voceros de ETA durante el último paréntesis oficioso de la actividad de la organización terrorista pero los socialistas ya no están dispuestos a quemarse poniendo más velas al diablo y el viejo discurso de que para mandar a la tumba a la banda es preciso el diálogo ha pasado a mejor vida y todos, desde Zapatero hasta el último socialista, ya deben haber interorizado la idea de que el monstruo sólo debe ser derrotado policial y judicialmente, sin más (concesiones).

Pero la otra gran bestia negra del lehendakari, la crisis, sigue campando a sus anchas, sin que el nuevo Ejecutivo de Vitoria haya puesto sobre la mesa medida eficaz alguna por encima de la batahola de eslóganes y declaraciones voluntaristas. Una vía de agua ésta, quizá la única, en la gabarra que han botado populares y socialistas para hundir al más votado, el PNV, que permanece agazapado con el cuchillo entre los dientes, ya algo más calmado tras el acceso de ira que sufrió al verse desbancado del poder por esos dos tortolitos que andan a puñetazos extramuros del País Vasco.

El presidente del PP vasco, Antonio Basagoiti, no ha prometido amor eterno a los socialistas. Sólo se conforma con que no busquen oscuros atajos para acabar con los terroristas y lo demás le importa mucho menos. El socio preferente, como llama el lehendakari a sus costaleros populares, ha alzado la voz para denunciar la falta de medidas del Gobierno de Vitoria para frenar al caballo desbocado del desempleo, que ya alcanza a 115.000 vascos. Los sindicatos nacionalistas tampoco respetaron el periodo de gracia de los cien días y recibieron al nuevo lehendakari convocando una huelga general.

Y a río revuelto, ganancia de pescadores. Ahí anda el PNV con la caña... Ibarretxe colgó las botas tras ser desalojado del poder por el pacto PP-PSE y su partido, salvado presuntamente el lastre del raca-raca soberanista, ha pasado de la cólera por lo que considera un acuerdo antinatura y mendaz y ha vuelto a tender la mano a los socialistas.

El Euskobarómetro revela que la mayoría de vascos añoran la reedición del binomio. Y la tormenta del caso Gürtel arrecia. Todo es posible en nombre de la makila. Claro que sí. Bendita, ya se ha incrustado entre las bravatas de los violentos, que empiezan a pasar a la historia.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios