España

Barones, economía e igualdad mal entendida

ESTE fin de semana se celebra el nosecuántos congreso del PSOE. La noticia no mata, y menos tras la expectación -excesiva a la vista del resultado- generada por el PP con su cónclave valenciano. Habrá diferencias. Rajoy acudía a la cita envalentonado tras tanto puntapié, decidido a contener las brasas hasta futuro empellón mediático. Zapatero lo hará envuelto en un aura zen que sólo él ve, predispuesto al peloteo de los suyos, agasajado sin duda por las miembras, espécimen en franco auge, inesperada revolución del diccionario de la RAE.

A las 17:00 suena el móvil. Número desconocido. Reconozco la voz pregrabada de Pepiño Blanco. Me anuncia que estoy acreditado y me desea buena suerte. Madrid me espera. Le ha faltado el buenas noches, pero claro, aún luce el sol. El tono es triunfal. Reminiscencias de la Eurocopa. Por cierto, qué monumento a la humildad de Zapatero, quien recordó al televidente en riguroso directo que ha sido el primer presidente democrático que asiste a tamaña hazaña, como si subliminalmente quisiera subrayar que España también ha ganado gracias al PSOE.

El Congreso, que se me olvida. Prometen los líderes alguna sorpresilla. Para empezar, El País avanza que los barones desaparecerán de la cúpula ejecutiva. Brillante exclusiva si significara la despedida de Manuel Chaves, actual presidente del partido. Nada más lejos de la realidad y en algunos casos del deseo. Al presidente andaluz ni se le nombra. ¿Excepción por omisión? ¿Emocionante secretismo?

Será interesante prestar atención a algún debate. El de las relaciones con la Iglesia, por ejemplo. La militancia pondrá sobre la mesa el aborto y la eutanasia, conceptos muy molestos que encenderán a Rouco y resucitarán el antagonismo de la pasada legislatura. Aquí el socialismo debería sincerarse: ¿Quiere ampliar el espectro legal o prefiere despojar a su anunciada reflexión de un carácter más oficial e incómodo? Los cribadores de la izquierda vigilarán la vía finalmente adoptada. Cada vez son más quienes, desde dentro y en los márgenes del partido, temen un asentamiento en el centro ideológico. Eso siempre suena a PP.

Cincuenta y siete folios componen la ponencia marco. Nadie en su sano juicio sería capaz de leerla de pe a pa. Con los dientes de la crisis bien clavados en el bolsillo español, los ojos buscan el epígrafe económico. Lo localizan y descubren la piedra filosofal, basada en conceptos superecológicos y en la potenciación de industrias que ya existen -energías renovables, aeronáutica, biotecnología- pero que no han evitado el batacazo tras la muerte de la gallina de los ladrillos de oro. Entiendan batacazo como sinónimo de "periodo de fuerte desaceleración", la frase favorita de Solbes.

La igualdad pesa tanto que absorbe por sí sola otro epígrafe. Sigan por ahí, pero cuiden las formas. Un noble propósito pierde seriedad cuando la capitana que lo persigue evidencia lagunas tan preocupantes.

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