Sebastián Álvaro, aventurero y escritor

"Los retos imposibles son el resultado de la gente prudente"

"Los retos imposibles son el resultado  de la gente prudente"

"Los retos imposibles son el resultado de la gente prudente"

-¿Le queda algún filo imposible que rozar?

-Je, siempre tiene que quedar alguna cosa, pero sigo muy activo. Acabo de venir de Pakistán de un viaje magnífico en moto, en un proyecto de ayuda humanitaria que es lo mejor que está haciendo España, en una zona disputada entre Pakistán y la India. Tengo un proyecto a tres años vista... No hago los 14 o 15 capítulos que hacía al año. Pero tampoco está mal porque a cambio le puedo dedicar algo más de tiempo a mi nieto, que es una de las últimas joyas que dan sentido a mi vida.

-Se diría que son unos locos, pero sólo con hablar con ustedes se ve que están muy centrados.

-Tienes toda la razón, y eso explica por qué me he involucrado en el proyecto con enfermos de salud mental. Yo creo que hay que desconfiar de los cuerdos, no de los locos. Cuando acabada la II Guerra Mundial se detuvo a los carceleros de los campos de concentración, una de las sorpresas es que era gente absolutamente normal. Y eso demuestra dos cosas: la gente normal es la gente capaz de hacer las grandes gestas y las grandes infamias.

-Pero sí les habrán llamado muchas veces locos.

-Sí, durante los primeros tiempos de Al filo... tuvimos que aguantar cosas como que cometíamos animaladas. Y es completamente injusto. La gente que hacemos esto somos gente prudente, sensata. En contra de lo que pueda parecer, el que la gente se ponga retos imposibles, el que acometa tareas que para muchos puedan parecer imposibles, es el resultado de gente prudente, sensata, que tiene imaginación, que quiere llegar más lejos, que quiere encontrar sus límites.

-¿Alguna vez ha sentido que sí estaba cometiendo una imprudencia?

-¿Ya sabes cuál es la diferencia entre el audaz y el imprudente, no? Que el imprudente no vuelve para contarlo. Y afortunadamente... bueno, alguna vez... he estado a punto de morir seis veces. Y luego también me he dado cuenta de que a veces hicimos mal las cosas. El error y el fracaso es la mejor prueba para seguir aprendiendo. Y en nuestro negociado, el único fracaso no es volver a casa. El hecho de ir al K-2 y no poder escalar la cumbre no es un fracaso. El fracaso es quedarte en la montaña. Y por decirlo de alguna forma, en los 30 años casi que estuvimos haciendo Al filo... yo perdí a dos compañeros: uno en 1994 y otro en 2003. Esos son fracasos personales míos y los considero como tal. Pero probablemente si hubiera puesto una empresa de mensajerías, pues posiblemente habría tenido más índice de siniestralidad. A pesar de todo, mereció la pena porque, entre otras cosas, la televisión pública se dignificó.

-Con un planeta ya explorado, ¿este tipo de deporte es la única aventura que le queda al ser humano?

-Espero que siempre nos quede una aventura y otra frontera. Probablemente, a mi nieto le quede la aventura del espacio exterior. El alpinismo, la exploración puede ser deporte, pero es mucho más porque tiene que ver probablemente con las dos armas más poderosas que tenemos, como son la curiosidad y la imaginación. Mientras el hombre tenga capacidad de supervivencia se hará preguntas.

-¿Usted cuáles se hace todavía?

-Nuestras preguntas estaban en los lugares más salvajes de la Tierra. Que todavía siguen existiendo a pesar del Google Earth, de internet. A pesar de todo eso, yo todos los años exploro valles que están sin explorar con cientos de montañas que superan los seis mil metros y sin escalar. Sí, hemos hecho un planeta cada vez más pequeño, pero es suficiente despojarnos de la tecnología dejar el GPS, el teléfono, quitarnos el motor de combustión, e irnos a caminar por el desierto Líbico, al Polo Norte, a escalar montañas de 7.000 metros al Karakorum...

-¿De todas las grandes expediciones histórica, en cuál le habría gustado participar?

-Por un lado, el Siglo de Oro español, que cambió el mundo. En contra de la leyenda negra, fueron los años que más cambiaron el mundo, del medieval, teológico, plano, cerrado, oscuro, sórdido, por un mundo amplio y la Tierra se hizo definitivamente redonda. Me hubiera gustado muchísimo ir en el barco de Magallanes en el tramo que hizo del estrecho de Magallanes. O en esas dos excepcionales de las que la gente apenas habla nada, como unir por primera vez el Pacífico y el Atlántico, que la hizo Orellana a través del Amazonas, y la exploración que hizo Juan de Ladrillero y Cortés de Ojea de Tierra de Fuego en la mitad del siglo XVI.

-¿Todos españoles?

-No, no, también soy un enamorado de los exploradores románticos británicos, que fueron a explorar cuando ya no quedaba nada porque los españoles lo habían hecho casi todo en aquellos territorios susceptibles de encontrar gloria, fama o riquezas; cuando lo que quedaba por explorar eran las selvas más profundas, las cumbres más altas o llegar a los polos, lo que se llamó la conquista de los extremos de la Tierra, donde no había nada, donde no había dinero, oro... sólo era penalidades y sufrimientos. Buena parte de esas exploraciones las hicieron ellos, como Shackleton, Mallory... santos de nuestra devoción.

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