antonio de maríaPresidente de Horeca Cádiz y ex presidente de Horeca Andalucía

"Al profesional no lo hace la carrera terminada sino el oficio"

"Al profesional no lo hace la carrera terminada sino el oficio"

"Al profesional no lo hace la carrera terminada sino el oficio" / lourdes de vicente

-empezó a trabajar con 14 años, algo impensable hoy en día.

-El hotel Playa Victoria abrió el mismo día que cumplí 14 años. Era el 20 de junio de 1963. Por entonces era la edad mínima para empezar a trabajar. Hacerlo antes, además, estaba prohibido. Entré de botones y seguí estudiando. Pasé a recepción, aprendí el oficio, las relaciones públicas, la hostelería... Una cosa vino detrás de otra.

-¿Cree que aún son posibles los self made men en este mundo globalizado?

-Por supuesto que sí. Los hombre hechos a sí mismos aún son posibles. De hecho, creo que todos somos seres que nos construimos a nosotros mismos. Cada cual es el cúmulo de sus experiencias. Aunque tengas una carrera cuando empiezas a trabajar, lo que tienes en ti hasta ese momento es la información. Es después cuando debes aplicar el oficio. Es por eso, al menos así lo creo, por lo que los médicos pasan tanto tiempo de prácticas tras concluir sus estudios.

-Es usted un firme defensor de la formación...

-Por supuesto, pero soy también de los que piensan que la mejor formación es tener los ojos y los oídos bien abiertos y la boca cerrada. Eso sí, hay que abrirla para preguntar. El que no pregunta es un poco tonto.

-¿Qué le sorprende de la gestión hotelera de hoy en día comparada con la de aquellos años?

-Era otro mundo. Hoy en día parecería una gestión de locos. Vaya por delante un ejemplo. El simple hecho de que un cliente necesitara una reserva era algo que podía durar un mes o más. Primero llegaba la carta por correo, luego se le remitía la correspondiente contestación. Otro ejemplo: si por entonces querías hablar por teléfono, pongamos por ejemplo con Córdoba, debías ir a la centralita y solicitar la conferencia. Era entonces cuando te decían la demora que había, la cual además podía ser fácilmente de cuatro horas. En ese momento aceptabas o anulabas la conferencia. Era muy habitual ver a la gente sentada en los sofás esperando la llamada. "Estoy esperando una conferencia" era una frase habitual.

-Eran unos años en los que España se abría al mundo, en los que la modernidad iba llegando...

-Por supuesto. Vayan unos datos: en las cocinas se cocinaba con carbón piedra. Hoy día las cocinas como tales ya casi ni existen. Hay máquinas que hacen vacíos, están los microondas, los hornos de aire... Cuando empecé en esto conocí en el hotel elementos sorprendentes en aquel tiempo, como la primera barra con luces fluorescentes o la televisión. Hoy en día todos los tenemos en casa.

-¿Era el turismo muy diferente del actual?

-En el caso de los extranjeros, no. Ya por entonces existía el turista de turopeador. Algunos como Pullmantur ya funcionaban. No se trataba tan sólo de gente pudiente. Como era el encargado de rellenar las fichas de policía, tenía acceso a las documentaciones y me fijaba en las profesiones de los turistas extranjeros. Veía que eran sastres, albañiles, fontaneros... Yy pensaba que los extranjeros eran todos ricos. Tenían mucho poder adquisitivo y para nosotros era impresionante. Una buena propina te era de gran ayuda. Es el mismo fenómeno que vivimos nosotros cuando visitamos países como Marruecos o China. Una propina de cinco euros para ellos es a lo mejor la paga de dos días de trabajo. Les parecemos multimillonarios cuando no lo somos. Vamos, que te ponen un monumento. Pues bien, eso también pasó aquí.

-¿Cómo era el turismo español de los años 60?

-Por entonces, el concepto de fin de semana no se estilaba. Había familias que venían para todo el verano, julio y agosto. Septiembre ni se consideraba verano. Venían con las chachas, con su delantal de encaje y cofia, y con el chófer uniformado con gorra de plato.

-El control sobre los hoteles era absoluto en aquella época...

-Y tanto. Si cogían a una pareja durmiendo en el hotel sin ser matrimonio te arriesgabas a una multa de enorme cuantía. En una ocasión un señor de 70 años se alojó con una señora de 40, guapísima, y al mirar el libro de familia, que no tenía foto, se veía que la mujer no tenía la edad que figuraba allí. Pidió una botella de champán a la habitación. Entonces le pedí que bajara para tratar de un asunto de importancia, que era este presunto incumplimiento. Mientras bajaba miré las páginas de atrás del libro de familia y apareció que el señor era juez, había enviudado y se acababa de casar esa misma mañana. Bajó, con la camisa por fuera, y dijo con cara de pocos amigos: "¿Qué es eso tan importante que debe decirme?". Y le contesté: "Caballero, la casa invita a la botella de champán". Sonrió agradecido y dijo. "Muchas gracias, pero ¿era necesario que bajara ?".

- ¿Y el champán?

-Pues lo tuve que pagar de mi bolsillo. (Ríe).

-Dicen, y más en el mundo de los negocios, que unas veces se gana y otras se aprende...

-Pues es la pura verdad. Yo me arruiné en el 95, cuando salió ardiendo el restaurante. Estábamos en la famosa crisis del 93. Tenía a un cocinero en Madrid estudiando cocina mexicana porque, ya que era especialista en cocina italiana, pretendíamos unir ambas a la cocina china para así salir adelante. Pero ardió la campana y tuve que dejar el restaurante de la playa. Me dejó fuera de juego completamente. Pero trabajando mucho volvimos a recuperar. Hace ahora veinte años metí la cocina gaditana, tiramos para arriba y ahora estamos con esta nueva crisis que nos ha afectado enormemente. Ya ha llegado el momento del retiro.

-Me imagino que acumulará unos cuantos años cotizados...

-Pues tengo 55 trabajados y 61 cotizados pues he llegado a estar en tres empresas.

-¿Y a partir de ahora?

-Me dedicaré a Horeca. Me han nombrado presidente de honor e incluso fuimos a la Zarzuela porque el Rey nos recibió al comité ejecutivo de la Federación.

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