Andrés suárez, Cantautor

"La literatura se practica; la canción, sin embargo, te posee"

Andrés Suárez.

Andrés Suárez. / juan carlos muñoz

-Tiene siete discos a sus espaldas y ahora publica el libro Más allá de mis canciones. ¿Es la asignatura pendiente de los cantautores?

-Puede ser. Pero siempre me gusta matizar que este no es un libro de poemas y así desvincularme de lo que están haciendo otros cantautores. Me parece maravilloso que todo el mundo quiera sacar poemarios porque es una forma muy buena de acceder a la cultura. Pero yo prefiero ser cauto; me parece alarmante que haya tantos poetas de golpe. Yo respeto a los verdaderos maestros y por eso me considero escritor de canciones, nada más. Eso te puede llevar a utilizar un determinado lenguaje poético, pero un escritor de canciones no necesariamente es poeta. Ni soy poeta ni escribo poesía; leo toda la que cae en mis manos, pero sólo eso.

Me parece alarmante que haya tantos poetas de golpe; yo prefiero ser cauto"

-¿De dónde parte la idea de escribir este libro?

-Víctor Manuel me llamó para escribir el prólogo de su libro de memorias, algo que me imponía mucho respeto. A raíz de eso me propuso junto con otros amigos que contase la historia de quince canciones mías y este es el resultado. La gente sabe un poco el trasfondo de los temas pero desconocen qué fue lo que me inspiró a escribirlas. Si te gustan mis canciones merece la pena saberlo.

-Destripar las canciones es desnudarse y desnudarlas, ¿no pierden un poco la magia cuando se explican?

-La canción es de quien la escucha y eso me lo demostraron los colaboradores que he tenido en el libro. Para cada uno de ellos la canción significa una cosa, mientras que para mí es lo contrario. A pesar de todo, tras la explicación, la canción puede seguir siendo del oyente. Más allá de mis canciones es darle la vuelta al significado que el oyente ya tiene.

-Los que escuchamos las canciones tenemos un poco de morbo a la hora de saber qué hay detrás de ellas.

-Lo que más nos gusta es el momento íntimo y personal de los demás. Enrique Urquijo escribió "cómo explicar que me vuelvo vulgar al bajarme de cada escenario", yo hablo de esa vulgaridad, de cómo me siento cuando estoy solo. Está bien que el público también me conozca así.

-Detrás de cada canción hay una coda de artistas como Rozalén o Javier Ruibal y escritores como Luis García Montero, entre otros. ¿Cómo se le ocurrió que fueran ellos los que dieran su punto de vista de sus canciones?

-Es un autohomenaje. Hay casos como el de Funambulista o Rozalén que son amigos y otros a los que admiro mucho. Me faltó Serrat, que estaba de viaje. En esa admiración les dije que escribieran lo que quisieran, sin ninguna pauta. La condición era que escribieran lo que les diese la gana después de escuchar una canción. Me parece muy hermoso que cada uno diera su versión. Además, poder contar con gente de tantísima altura es un honor.

-Recalca que no es poeta pero todas las canciones tienen algo de literario. ¿Dónde acaba la literatura y nace la canción?

-Están íntimamente ligadas pero no son lo mismo. La literatura se practica y la canción te posee. Una canción es algo inexplicable, que no se sabe lo que es y que está por encima del entendimiento humano. He estado cinco meses sin poder escribir una canción, con ansiedad y sin musas. Pero, de repente, he llegado a un hotel y he escrito seis canciones de golpe. El añejo oficio de escritor es muy distinto, es enfrentarte a un folio en blanco todos los días, con musas o sin ellas.

-¿Qué ocurre cuando llueve en Sevilla?

-(Risas). Eso fue una historia, como dice una amiga, eterna de unas horas, de esas que luego duele escribirlas. No es lo mismo escribir y dejar que brote la imaginación que escribir de recuerdos. Si llueve en Sevilla es una de las noches más increíbles de mi vida. Amanecí viendo cómo ella se alejaba por la ventana de un hostal y me fui gritando su nombre por las calles de Sevilla. Fue una noche increíble que me marcó para siempre. Pensaba que estas cosas sólo le pasaban a Sabina. Desde entonces guardo un especial recuerdo de la ciudad.

-Los recuerdos bonitos siempre se edulcoran.

-Totalmente. Siempre idealizamos lo que nos pasa, hasta en las rupturas. Sufrimos de más para hacer la canción porque nos interesa para escribir. La melancolía en el rencor y en la ira dan las mejores canciones del mundo. Lo complicado es escribir desde la alegría.

-De cantar en pequeños garitos a hacer en grandes recintos, ¿qué le pide a la vida?

-Que me deje como estoy; no puedo pedir más. Aunque suene a tópico, para qué quiero más. Pero reivindico el poder elegir cuándo cantar en una sala pequeña y cuando en un gran recinto sin que me juzguen por ello y me digan que me he vendido. Soy el mismo de los primeros locales y benditos sean. Ni he cambiado ni me considero líder de ningún movimiento.

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