César Sáenz de Castro. Matemático

"No usamos el bisturí en educación; operamos con cuchillo de carnicero"

  • César Sáenz de Castro quiere acabar con el mito de la asignatura de Matemáticas como tortura a través de su libro 'Matemáticas, placer, poder, a veces dolor'.

César Sáenz de Castro es director del Instituto Universitario de Ciencias de la Educación de la Universidad Autónoma de Madrid, donde se está llevando a cabo uno de los proyectos más ambiciosos en metodología de la enseñanza. El equipo investigador aborda fórmulas que puedan ser aplicadas en las aulas de Primaria, Secundaria y Universitaria para incidir en la Justicia Social en todas las materias, no desde una óptica política, sino sociológica. Él aborda la enseñanza de las matemáticas, para lo que ha escrito un libro, Matemáticas, placer, poder, a veces dolor que quiere acabar con el mito de la asignatura como tortura.  

-Dirige una investigación en la Universidad Autónoma para un cambio educativo hacia la justicia social. ¿Para qué era entonces la educación hasta ahora?

-La educación tiene unos preámbulos y unos desarrollos. En esos preámbulos se habla de valores como equidad, igualdad de oportunidades, etcétera. Pero nada de eso se plasma luego en los desarrollos. Nosotros buscamos fórmulas para que los preámbulos y las bonitas palabras se apliquen en esos desarrollos y no se queden en meros floreros.

-Pues desarróllemelo.

-Mi ámbito es la enseñanza matemática y los críticos nos dicen que nos preocupamos más de la política que de las matemáticas, pero es más bien al contrario. Buscamos un mayor desarrollo matemático del alumnado. Por ejemplo, planteamos problemas sobre las diferencias en las cifras de paro entre Andalucía y el País Vasco, pero habría que ver qué consideramos un parado porque es distinto el concepto de parado en España que en Estados Unidos. O el PIB. En las aulas se trabaja con el PIB en matemáticas de manera aséptica, pero tendríamos que saber qué mide el PIB y por qué el PIB y no otra fórmula mide la riqueza de una nación. 

-Todo eso parece un poco árido para un aula.

-En absoluto. Abrimos un horizonte. Nos dicen que las matemáticas son exactas, que cada problema tiene una única solución, un único camino, y eso casi nunca es así. Las matemáticas de una única solución crean frustración. Se utilizan modelos matemáticos para casi todo, como para convertir votos populares en escaños. Saber por qué se utiliza un modelo en un país y otro distinto en otro nos puede ayudar a reflexionar, desde las matemáticas, en cuestiones sociales que nos afectan en la vida cotidiana. Quien dice política, dice un modelo matemático para la organización del transporte público. 

-Usted ha escrito un libro en que defiende unas matemáticas que den placer. Tanto como placer...

-Es que si aprender matemáticas no da placer es porque lo hacemos mal. Se dice eso de mi hijo es que no ha nacido para las matemáticas. Vamos a ver, que las matemáticas no son para virtuosos. Se nace un Mozart o un Einstein, pero el 99% de nosotros nacemos con capacidad para entender la matemática. Se trata de entender que las matemáticas nos rodean y son bellas. 

-Abunde en la belleza.

-Yo doy un máster de arte y matemáticas y comparo el momento de Las señoritas de Avignon con el descubrimiento de las cuatro dimensiones de Einstein. También con el arte están profundamente interrelacionadas. 

-Quizá quienes dominan las matemáticas prefieren que no las domine todo el mundo.

-Naturalmente, detrás de las matemáticas hay poder. Ahí tiene a los economistas que ahora nos explican la crisis que ellos no supieron ver mientras se perdían en lenguajes ininteligibles. Esas fórmulas absurdas y esos algoritmos rígidos que nos enseñan en la escuela causan dolor, pero deberíamos poder llegar a las matemáticas para tener conocimiento a la hora de abordar debates sociales. Hace poco hicimos un estudio en el que veíamos el uso que se hacía de las gráficas en televisión. El resultado es que las gráficas se utilizan de manera torticera para enviar un mensaje que la población acepta de manera acrítica.

-Si estuviera en su mano, ¿qué sería lo primero que cambiaría de nuestra política educativa?

-La forma de hacer las leyes. Se realizan desde una óptica política sin abordar los problemas centrales. Entrar en si Religión sí o Religión no no es un eje central de nuestros problemas educativos. Esos problemas los conocen los profesores y la comunidad educativa y no se cuenta con ellos. 

-¿No salva nada de la Lomce o la Logse?

-Naturalmente que sí. La Lomce, es cierto, me parece manifiestamente mejorable y creo que el ministro Wert hizo un auténtico estropicio que luego se ha tratado de endereza. Y la Logse fracasó, pero tenía buenos conceptos de inicio. 

-De la Logse se dice que desterró la memoria de las aulas.

-Desterró la memorística, que es distinto. Como planteamiento psicopedagógico era impecable porque desarrollaba la memoria para construir el conocimiento, pero si entiendes la memoria como mero almacén lo único que obtienes es información, no conocimiento. Lo que pasó es que ese concepto necesitaba una inversión en formación del profesorado. Aquello es lo que no se hizo. Se le decía a los profesores que cambiaran sus herramientas sin decirles cómo manejarlas.

-Lo cierto es que a la Logse se le culpa de nuestros malos resultados en el informe Pisa. 

-Nos obsesiona Pisa y hay que ver la cantidad de tonterías que se leen al analizar esos resultados. Son resultados técnicos analizados exclusivamente con intereses políticos. Pongamos por caso los datos sobre centros privados y centros públicos. Es indudable que los colegios privados arrojan mejores resultados que los públicos. ¿Quiere decir eso que los colegios privados son mejores que los públicos? Sí si atendemos a la media aritmética, pero ningún científico en un laboratorio se centra sólo en una media aritmética para analizar resultados. 

-Se refiere a cruzar, por ejemplo, el origen social.

-Indudablemente. Si un alumno de colegio privado obtiene un 8, pero 5 de esos puntos le vienen dados de su entorno familiar y sus posibilidades fuera del aula , y un alumno de un colegio público obtiene 6, pero 5 de esos 6 le vienen dados del aula, entonces la evaluación correcta es que el valor añadido del centro público es mayor que el del privado. Es lo que se llama análisis de varianza, obligado en cualquier estudio científico. Hay que aprender a disceccionar con bisturí y no con cuchillo de carnicero. 

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