Pablo Antonio Fernández, Catedrático de Derecho Internacional

"Trump no levantará un muro porque hundiría a EEUU"

Pablo Antonio Fernández.

Pablo Antonio Fernández. / Andrés Carrasco

-Es como si los problemas del mundo estuvieran cada día más difusos...

-Es que ahora son globales. La globalización ha implicado a las relaciones comerciales y económicas, que se perciben mucho, pero también a la seguridad, al cambio climático. Ahora todos lo padecemos todo. Estos problemas o los resolvemos en conjunto o no tienen solución. Por ejemplo, la acidificación del Atlántico es tremenda. No es capaz de absorber más CO2 desde 1989. Algo tenemos que hacer ante estas cosas. Ahí está la clave.

-Habla de cambio climático y el nuevo presidente de EEUU lo niega.

-Hay que pensar que en política hay siempre un discurso interno y uno internacional. Donald Trump no es el primero que niega el cambio climático, lo hizo por ejemplo el señor Rajoy y antes el señor Aznar. Pero la evidencia hace que el señor Rajoy vaya a Marraquech a la cumbre climática. Si esto es así es porque sabe que es una realidad. Lo sabe él y cualquier ciudadano.

-¿Es Trump un desafío para las relaciones internacionales?

-Va a ser un desafío para su propio estado. Tiene muchos enemigos dentro de su partido, que es el que

España, con lo que nos gusta flagelarnos, ha sido un ejemplo de regulación de los flujos migratorios

controla las dos cámaras, es decir, el poder legislativo. Tendrá gestos en los primeros cien días, porque tiene que hacerlo, pero no va a levantar un muro en México ni va a romper con la OTAN ni nada de eso, porque hundiría los Estados Unidos. Allí saben que son vulnerables desde el 11 de septiembre de 2001 y están más interesados que nadie en mantener la situación.

-La migración está en todos los discursos.

-España, con todo lo que nos gusta a los españoles flagelarnos, ha sido un ejemplo de regulación de los flujos migratorios. Ahora pueden venir por el este, por Turquía y por Libia, porque, entre otras razones, no se ha hecho la política que ha hecho España de acudir al origen. Ha hecho una serie de acuerdos que van más allá, de formación de cooperación, para que, por ejemplo, los guardias costeros de Senegal puedan estar vigilando las playas para cuando salgan cayucos. ¿Desde cuándo no llega aquí uno? Ahora la Unión Europea se da cuenta de que aquí se ha hecho mejor y está haciendo lo que nosotros ya hicimos. Fuimos pioneros.

-Algo hacemos bien.

-Muchas cosas. Somos el único país que está destruyendo toda la basura aerospacial, pero es que nos gusta mucho castigarnos. No estaría de más que las universidades sacaran a la luz todos los proyectos de investigación para que los ciudadanos sepan en qué gastamos su dinero. Nos sorprenderíamos de muchas cosas.

-¿Qué pasará cuando Reino Unido se vaya de la UE?

-Que se va a constituir en lo que es Suiza, Noruega o Liechtenstein, un socio al que le interesan las relaciones comerciales y económicas. Los británicos están en una isla y nunca se han sentido europeos. El Brexit tendrá consecuencias positivas y negativas. Espero que a las personas no les afecte, ni aquí ni allí, pero ellos son los más interesados en mantener el statu quo. Si ahora mismo cerraran las fronteras a los españoles, el sistema de salud británico se quebraría. Al final se impondrá la lógica.

-Algecireño y experto en Derecho y relaciones Internacionales. ¿Oye muchas tonterías sobre Gibraltar?

-En ese asunto y en otros muchos. Hay una política nacional que va por sus derroteros y cuando interesa se saca el tema y cuando no interesa, no, en función de intereses más o menos espurios. Me siento gibraltareño del norte y aquí tenemos una percepción muy distinta de lo que ocurre con Gibraltar.

-Será que no se explica bien.

-Tenemos la obligación de que el problema esté vivo siempre. Porque en sí mismo no es sólo una cuestión de soberanía, sino de toda la dependencia que hay en esa zona en relación con un problema que no es de ese territorio. La gente de allí lo vive penosamente.

-La cuestión se ha convertido en un diálogo de sordos.

-Absolutamente, porque a los gibraltareños se les ofende innecesariamente. Escuchamos al señor García-Margallo decir tantas barbaridades. El diplomático por excelencia debe ocuparse de generar confianza. Casi todo se soluciona en torno a una mesa, en la intimidad. Si les insultas, si llamas mono al gobernador, inevitablemente eso resta.

-Pero Margallo ya no está.

-No tengo ninguna esperanza en el nuevo ministro, porque sigue estando tan lejos de esto que pienso que no habrá cambios. En Madrid no conocen más que cuatro informes hechos desde la diplomacia, la política, desde una base histórica.

-Está el ofrecimiento de la cosoberanía.

-Esa no es una propuesta de García-Margallo. Viene de antiguo, pero no me parece mal. España necesita y tiene obligación de atender los sentimientos nacionales.

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