mónica galán, experta en oratoria, autora del 'Método Bravo'

"Hablar bien en público significa pensar antes bien en privado"

"Hablar bien en público significa pensar antes bien en privado"

"Hablar bien en público significa pensar antes bien en privado" / planeta

-Se ha especializado en enseñar a hablar en público a los demás, ¿eso requiere crearse un personaje propio?

-Sí, con mi traje y mi tacón. O no. No soy periodista, así que honro vuestro trabajo de comunicar. Elegí Turismo porque me permitía aprender más idiomas. Me dediqué al mundo turístico pero siempre me interesaba el ámbito de las conferencias. Por qué funcionan unos oradores y unos discursos y por qué otros no. Fui conformando así mi actual trabajo y mi método...

Ana Patricia Botín es una mujer con una brillante oratoria, con unos discursos muy trabajados"

-¿Qué le llamó la atención de quienes saben hablar bien en público?

-Esa capacidad de comunicar, que se aprende. Averigüé que a la hora de presentar un producto nuevo en empresas como Microsoft se destina a la mejor persona que comunica en público para hablar con los compañeros, con los clientes, con los periodistas. Había directivos responsables que tenían carencias para comunicar y se optaba por alguien de menor rango para la comunicación, por esa valía.

-¿Cualquiera puede valer para hablar en público?

-Y se suele olvidar que para hacerlo hay que intentarlo. Hay que desafiarse. Hablar buen en público no significa verborrea. Significa pensar antes bien en privado. Saber qué y cómo decir el mensaje previsto.

-Por lo pronto, de su B del Método Bravo, es dar una buena bienvenida.

-Hay que tener una estructura mental del discurso, eso se trabaja con claridad, y el primer paso, la primera buena impresión, es importante fabricarla. Doy ejemplos de bienvenidas: una anécdota, contar algo que no todos sepan, una autopresentación original, hacer una pregunta cerrada. Todo menos eso típico de "soy una persona de pocas palabras"...

-¿No hay nada como un buen inicio en cualquier ámbito de la vida?

-No hay segunda oportunidad para una buena primera impresión. La primera impresión condiciona la opinión del resto. Si una peli empieza bien ya tiene mucho ganado. Los discursos se hacen más cortos si el comienzo es acertado.

-Aprovecha su segundo apellido para lo de Bravo. ¿Para ser un buen orador también vale lo de Galán?

-Los apellidos tal vez predestinan. Mi padre se llama Galán Cortés.

-¿Cómo ha logrado en su caso ser una buena oradora?

-Es fruto del trabajo y sobre todo de escuchar a otros. Con el carné de conducir sabes circular, que no conducir, porque eso supone años de experiencia. El buen orador se hace con los años. Hablar en público significa también escuchar al público que tienes delante, medir a tu audiencia, dar lo que ese público necesita oír.

-¿Lo peor sería sentirse superior?

-El público no está para recibir lecciones de altanería. El orador puede explicar y enseñar sin estar por encima de su audiencia.

-¿Hablamos de buenos oradores o, como se reprocha en la política, de encantadores de serpientes?

-El buen orador seduce, pero no engaña. Saber técnicas de oratoria permite conectar mejor con quien comunicas. Es como cuando alguien sabe técnicas de negociación: cuanto mejor se conocen a mejores acuerdos se llegan. Repetir una frase, como aquel gran discurso Martin Luther King ("tengo sueño..."), impacta en la audiencia. Es una forma de seducir, de atrapar. La repetición es un recurso de la oratoria que hay que saber utilizar.

-¿A quién ha tenido como alumnos notables?

-A muchos altos directivos. Hay gente preparada en sus materias pero entienden que es innegable que todos debemos contar con buenas herramientas de comunicación y eso es un potencial que deben aprovechar.

-Pero ¿hay personas mucho más dotadas que otras para comunicar?

-Hay quienes tienen el don de la palabra, pero hasta que no trabajas la comunicación en público no lo puedes saber.

-Destáquenos a alguien que sobresalga en la oratoria.

-Por ejemplo, Ana Patricia Botín. Me imagino que se ha preparado mucho. Es una mujer con una brillante oratoria, con unos discursos muy trabajados y eso se nota sobre todo en los que están redactados en inglés.

-Entre sus consejos en el libro resaltaríamos lo de evitar el típico "humm" al iniciar una frase...

-Porque llenamos el hueco con ruido. Es el horror vacui. El "humm" se pronuncia cuando nos hemos perdido en el pensamiento. Los silencios se agradecen. Es bien recibido por la audiencia, que tiene así unos segundos para procesar el mensaje.

-¿Qué no ha de faltar en nuestro discurso?

-Una sonrisa. Una expresión sincera, que no sea un rictus incoherente. Menos para dar un pésame todo funciona mejor con una sonrisa.

-¿Debemos ocultar nuestro acento si damos un discurso?

-En absoluto. El buen orador es una persona con naturalidad. No se puede tener complejos y no puedes quitar a tu voz tus particularidades. A los actores si les obliga su papel pueden alterar su acento, pero un andaluz natural es un valor añadido. Hay que vocalizar, expresarse con claridad, pero nunca enmascararse.

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