El Rocío

Un día de amistad, vivencias y encuentros a flor de piel

  • El afecto y el cariño inundan las casas de las hermandades en horas de espera que vuelan

Las Cármenes cantan unas sevillanas en la casa de la Hermandad de la Palma, ante la hermana mayor.

Las Cármenes cantan unas sevillanas en la casa de la Hermandad de la Palma, ante la hermana mayor. / alberto domínguez

Tras la visita del obispo de Huelva, José Vilaplana, a la casa de la Hermandad del Rocío de Huelva, Antonio Garrido, el hermano mayor, aseguraba que "todo viene rodando" y que no contaba las horas, sino que las esperaba, para ver a la Blanca Paloma en las calles de la aldea. Los fieles quisieran que se parase el mundo, pero el paso del tiempo es inexorable. Por delante apenas quedaban unas horas para la culminación del Rocío, con la Virgen delante del Simpecado.

Hasta el día de ayer, el hermano mayor se queda con momentos imborrables, aunque "lo más grande ha sido traer a 9.000 personas andando detrás mía, algo fuera de lo normal y que no he visto en los 40 años en los que he venido".

Garrido, que felicitó a los peregrinos por "el comportamiento tan especial que han tenido", aseguró que se consumieron 25.000 botellas de agua en los dos días de camino. "A dos kilómetros del Barrio de las Gallinas nos quedamos sin agua, así que imagina todo lo que eso ha conllevado, pero cuando el Simpecado llegó a la casa el cuerpo me entró en caja", relató.

A su lado, el hermano mayor de la Hermandad de Rociana del Condado, José Manuel Padilla, con quien Antonio ha forjado una verdadera amistad, comentaba que en el Rocío se vive cada momento y que incluso el camino de vuelta es muy especial y bonito.

Padilla se queda con dos momentos: el primero fue la llegada de su Hermandad, con cuatro kilómetros de caravana y sin incidencias; y el segundo fue la entrada de la Hermandad de Huelva. "Antonio y yo nos hemos conocido este año y hemos forjado una amistad enorme. Le dije que cuando entrase Huelva estaría aquí el primero. Me abrieron un hueco, le esperé y cuando llegó se me abrazó y vivimos un momento muy emocionante", señaló.

Como el que vivió la hermana mayor de la Hermandad de la Palma del Condado, Consolación Castellano, cuando llegó del camino y metió la carreta. "De cierta manera lo hice con mi hija, que no pudo venir porque tiene dos niños prematuros", señaló. También se emocionaba al recordar el momento en el que "llevamos la carreta ante la Blanca Paloma". Eso, en sus palabras, "es algo que hay que vivirlo".

En su persona, tal y como comentó, recae la responsabilidad de que todo salga bien y de dejar a su pueblo en el mejor lugar posible. Una tarea que "pesa" pero que merece la pena. Y mucho. Así lo aseguró antes de que Las Cármenes, grupo flamenco procedente de Madrid, le agasajase con unas sevillanas que hicieron aflorar sus lágrimas.

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