Tribuna Económica

gumersindo Ruiz

No podemos conformarnos con el crecimiento

Gumersindo Ruiz repasa los datos sobre contabilidad nacional publicados por el INE y resalta la ausencia de un empleo de calidad asociado a la producción y la insatisfacción con el avance económico registrada en los resultados electorales.

EL Instituto Nacional de Estadística acaba de publicar el avance de la contabilidad nacional de España, señalando una cierta ralentización del crecimiento de nuestra economía, aunque sigue a buen ritmo. Desde el Ministerio de Economía resaltan insistentemente este fuerte crecimiento, después de que la economía se hundiera en 2012, precisamente por las medidas de política adoptadas por el propio ministerio; sin embargo, es llamativo, por una parte, que no hay un empleo de calidad asociado a la producción, y que en los resultados electorales se palpa una insatisfacción de la población con la forma de crecimiento de nuestra economía, que al final y al cabo refleja una manera de vivir.

La medida convencional del producto no es reemplazable como técnica de medir la actividad económica, y hay una cierta correlación entre producto por habitante y bienestar, aunque no perfecta ni causalmente determinante. Desde que se inventó este concepto, que mide y añade el valor de los distintos sectores de bienes y servicios, se han destacado sus paradojas, que pueden resumirse en que no es una medida en sí de bienestar. Por primera vez, dos economistas, Charles Jones y Peter Klenow han intentado unir producción y utilidad esperada, en un trabajo publicado en la American Economic Review. Es algo muy difícil, porque tienen que tomar variables de bienestar que puedan cruzarse estadísticamente con las del producto, y sólo han contado para este primer ensayo con el consumo, el volumen de trabajo que se emplea para conseguir ese producto, la salud, y la desigualdad. Tomando Estados Unidos como referencia, encontramos que hay países que representan por habitante un porcentaje (España, por ejemplo, el 61 por ciento) del de Estados Unidos, pero no hay tanta diferencia cuando se incorporan las variables de bienestar (nos acercamos al 73 por ciento en nuestro caso). El producto por habitante en Andalucía es el 75% de España y puede calcularse -ajustando por las variables de bienestar- si se acerca más o no en términos de bienestar. En general, los países europeos con buenos sistemas públicos educativos y de salud, y buenas políticas laborales y fiscales (como Francia), compensan el menor producto por habitante respecto a Estados Unidos, con más bienestar; y lo contrario ocurre en países más pobres con un sector público social endeble, como Rusia o China.

Tres ideas pueden servirnos para trabajar sobre este intento de cuantificar el bienestar en relación con el producto. Una, aceptar que, con todas sus debilidades, tiene una gran utilidad social, pues concreta cuantificándolo, cómo está un país en cosas que importan a la sociedad y la política pública. Otra, que el impulso que se quiere dar desde el parlamento andaluz, presupuestariamente al menos, a dos variables de bienestar como son la educación y la sanidad, matiza favorablemente nuestro producto bruto. Y tercera, que una de las variables más importante para el bienestar es el empleo, por lo que si se introduce, junto a las cuatro del artículo que comentamos, seguramente en España y en Andalucía, perderíamos valor de bienestar, frente al mero crecimiento del producto.

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