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Siete pecados capitales

  • Hay conceptos que por sí solos pueden hacer perder un partido y cuando se suman dan por resultado el desastre de Mallorca · El Decano acumuló en Palma los defectos que tratan de evitar todos

El fútbol no deja de ser un juego en el que la suma de los aciertos y los errores es lo que acaba desnivelando la balanza. El día que deje de ser un juego con su imprevisible designio habrá muerto. Ese resultado impredecible de antemano que dota al deporte de buena parte de su atractivo viene siempre precedido de la aparición de argumentos que a favor o en contra suman en uno u otro sentido. Hay muchos defectos que cuando concurren de forma individual pueden ocasionar una derrota o no. Cuando se concitan todos juntos dan como resultado una hecatombe futbolística como la que sufrió el Decano en Palma de Mallorca. No hay excusas, sino asimilar la realidad de lo que pasó. El Recre cometió en el Ono Estadi siete pecados capitales que de forma individual puede superar, pero que unidos en una cadena sólo pueden conducir a un desastre.

Inofensivo

Si no marcas no ganas. El Recreativo nunca pudo plantearse la victoria frente al Real Mallorca. Lo batió cuando ya contaba con cuatro dianas en su zurrón. Si había alguna esperanza de sumar los tres puntos, ésa descansaba en la seguridad ofensiva mostrada por los albiazules desde la llegada de Manolo Zambrano. Dos goles de media de partido aseguran muchos puntos. El primer fallo fue no crear problemas al rival. Sin marcar no se puede ganar, sin encajar tampoco se pierde... Siete al saco. Inofensivo en ataque, inofensivo en defensa. Derrota casi garantizada.

Inocente

Como si se movieran en categorías diferentes, bermellones y albiazules mostraron unas sensaciones totalmente diferentes. Espectadores de lujo en la mayor parte de las acciones de peligro, ni inquietaron ni apretaron. El Mallorca disfrutó con la inocencia de un rival que apenas le molestó y le dejó campar a sus anchas, con espacios y sin apretarle.

Confiado

Dijo Manolo Zambrano al término del encuentro que había que dejar el frac en casa. El mensaje está claro. Su equipo saltó al campo pensando que con el recital ofrecido ante el Real Madrid ya estaba todo hecho y no había que correr más. Edulcorado en exceso, se olvidó de lo mucho que aún tiene que correr para lograr la permanencia. El Recre no puede permitirse confiarse ante nadie. Si no está al cien por cien se convierte en un equipo muy vulnerable.

Blando

A veces se confunde tener agresividad con ser agresivo. Nada más lejos de la realidad. Es una cuestión de actitud, de estar metido en el partido, enchufado y entregado a cada acción. Nada de eso hicieron los onubenses. Sufrieron un repaso de los que hacen mucho daño y ni así reaccionaron. Como si nada estuviera pasando, los minutos corrieron a la velocidad que cayeron los goles. Una tarjeta amarilla en un partido en el que encajas siete goles dice muy a las claras la nula intensidad con la que se mostraron los onubenses. Para colmo el amonestado fue el delantero centro.

Indolente

En los equipos modestos la actitud es tan necesaria como la aptitud. En numerosas ocasiones la plantilla recreativista ha dado sobradas muestras de su compromiso y de su entrega. Sin embargo, cuando ese espíritu falta poco se puede hacer. El Mallorca se encontró con un oponente que ni le llegó a presionar y que pareció pasar por encima del partido, como si no le doliera lo que estaba sucediendo.

previsible

Si el equipo fue inocente y blando en defensa, inofensivo en ataque, en el centro del campo pagó el peor de los pecados posibles de los encargados de la creación: ser previsibles. Sin capacidad alguna de sorpresa, Moyá ni sufrió. Los centrocampistas bermellones robaban sin sudar y se sumaban al ataque con tranquilidad con la seguridad de que sus oponentes no les iban a generar dificultades.

débil

La suma de todos estos seis pecados dio como resultado un equipo débil al que hacerle daño resultó una tarea sencilla para el Mallorca. Uno a uno estos defectos pueden ser asumibles e incluso superables para el Recre, pero cuando los acumula todos a la vez acaba purgándolos contundentemente.

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