división de honor

Tropiezo cartayero que deja muy tocado a Mikel Gandarias

Mikel Gandarias.

Mikel Gandarias. / sambell

Era una final y la derrota deja tocados a muchos, pero especialmente al entrenador, Mikel Gandarias, que puede abandonar el banquillo del Cartaya en las próximas horas. El San Roque de Cádiz se adelantó por dos veces antes del minuto nueve de juego y luego nadó y guardó su tesoro ante un Cartaya que lo intentó todo para remontar, hasta que llegaron los cambios, que frenaron la posibilidad de remontar el partido.

Cuando tienes una herida todos los golpes posteriores van al mismo sitio, por lo que el dolor, a veces, se hace insoportable. Eso le ocurrió al Cartaya, con cicatrices de guerra por todo su cuerpo y va el San Roque y le mete los dedos con toda la saña del mundo. A los nueve minutos de partido, el conjunto de Gandarias ya iba palmando 0-2 como el que no quiere la cosa. A ese tiempo, los muchachos de Mikel eran un flan o un fantasma, que viene a ser casi lo mismo. El caso es que si algo podía salir mal, la vida para el Cartaya era un suplicio.

Tuvo que encajar dos goles para percatarse de lo que se jugaba, una final en toda regla, el equipo y el entrenador. Y así llego la reacción, a los 25 del partido, con el gol de Javi Vela que metió a los locales en el sendero verde esperanza, porque cambió tanto el viento que ya el San Roque no parecía lo que fue al principio ni el Cartaya tampoco.

A la salida de vestuarios el entrenador local no hizo modificación alguna porque el Cartaya dejó la impresión que iba por el buen camino a pesar de ir por detrás en el marcador. Así el asunto, las tuvo el conjunto rojinegro con dos acciones que se cantó gol en la grada. Una del portugués Carrera y otra de Javi Vela, el mejor de largo en la tarde de ayer. Todo eso fue quedando en agua de borrajas, sobre todo porque los cambios en el Cartaya iban a determinar el resultado final del partido.

El primero que sorprendió fue el de José Mari, un puñal por la banda izquierda que fue sustituido por Novoa. A no ser que el futbolista pidiese el cambio, no se entendió su sustitución. Luego vinieron otros, como por ejemplo el de Cano, frío como el mármol y para jugar en una posición que no es la suya. Salió Lolo y luego Mikel dehizo todo para retirar a Carrera y dar entrada a Guille. Para entonces todo era un rompecabezas sin sentido. Es más. El San Roque estaba muerto y resucitó como alma que lleva el diablo. Se descolocó Mario, Pereira y el equipo se desconectó en la parte decisiva del choque, lo que le condujo a, probablemente, la derrota más dolorosa en lo que va de temporada.

El de ayer ha podido ser el último partido de Mikel Gandarias en el banquillo del Cartaya. El técnico ya estaba en duda y la derrota puede precipitar los acontecimientos. En los resultados de los dos últimos partidos tuvo la disculpa de las expulsiones. Ayer no la hubo. El equipo se entregó. Pero con eso ya no es suficiente y la situación aprieta en la garganta. El Cartaya no funciona y eso es una realidad aplastante. Y ya se sabe qué ocurre en el fútbol cuando los resultados no aparecen.

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