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Cómo invocar a un hada

  • Tres Tigres Tristes, un sello especializado en libros ilustrados para niños y tras el que están el andaluz Guillermo Pérez Aguilar y la argentina Bárbara Centorbi, apuesta por cuatro títulos para Navidad

La diseñadora argentina Bárbara Centorbi Rojo y el arquitecto sevillano Guillermo Pérez Aguilar hallaron inicialmente en el ámbito de la papelería un modo de cumplir un viejo sueño, el de emprender juntos un proyecto vinculado a la ilustración. Pero un encuentro con la dibujante Raquel Díaz Reguera, que venía con una insólita obra bajo el brazo, les proporcionó el impulso para dejar atrás los marcapáginas y las tarjetas que realizaban hasta entonces y a aventurarse en el difícil mundo del libro. La ilustradora se había convertido gracias a álbumes como ¿Hay algo más aburrido que ser una princesa rosa? o Azulín, azulado en uno de los nombres más interesantes del panorama editorial, pero no daba con el sello que apostara por una propuesta de formato inesperado, Cuentos por correo. A Centorbi y Pérez Aguilar les entusiasmó aquella idea: una narración contenida en varias postales que el niño debía enviar a algún amigo, un juego idóneo para fomentar la lectura entre los más pequeños. "Nos habló de ese trabajo una mañana, y esa tarde estábamos en Correos para ver cómo podía hacerse. Nuestro propósito ideal era que las postales ya tuvieran su sello, algo que no fue posible, pero todo aquello nos animó a montar una editorial", recuerdan. Así nació Tres Tigres Tristes, una línea especializada en literatura infantil que pronto sumó a otros profesionales destacados de la ilustración, como Enrique Quevedo o Raúl Guridi. "Apostaron por nosotros cuando no teníamos aún libros en el mercado. Si hoy contamos con otros autores de prestigio es porque ellos nos apoyaron al principio", celebran.

Cuentos por correoha vendido más de 8.000 ejemplares, pero en los primeros meses de andadura los responsables de Tres Tigres Tristes temieron que quizás el sector editorial era un terreno demasiado escarpado para avanzar en él. Fueron a la Feria del Libro de Bolonia augurando que aquellas peculiares postales despertarían las mismas pasiones en los editores extranjeros. Llevaban consigo también la maqueta de otro proyecto maravilloso, Pasen y vean, un "cuaderno de imaginar" con el que Raúl Guridi buscaba avivar la creatividad del niño. "Él se inventó a Conejo Negro, un primo del Conejo Blanco de la Alicia de Lewis Carroll, pero que en vez de andar con prisa tenía una tranquilidad pasmosa y se paraba a contemplar el camino; ahí el niño debía pintar las flores de ese sendero. El libro estaba lleno de cosas así", señala Centorbi.

Pero la Feria de Bolonia fue "un baño de realidad. Fuimos de expositor en expositor, y nada: las editoriales no quieren saber de formatos que no se ajusten al del libro, ni cajitas ni acordeones. Y la gente estaba allí para vender, no para comprar a alguien que cargaba con sus proyectos en una maleta", rememoran. Tras aquella experiencia, no obstante, tomaron una decisión: aliarse con una agente francesa pero afincada en Barcelona, Veronique Kirchhoff, que acudió a la Feria de Frankfurt a defender sus libros "y consiguió vender Pasen y vean a Italia y a China. Aquello fue el comienzo", aseguran. El catálogo fue creciendo, con títulos como el Laboratorio Portátil de Escritura, también de Díaz Reguera, que alcanzaría su cuarta edición y es material de trabajo en algunos institutos, o El día en que me convertí en pájaro, de Raúl Guridi e Ingrid Chabbert. "Aquella obra nació porque Raúl vio un grafiti de un niño disfrazado de pájaro y supo que ahí había algo que contar". El primer borrador, "demasiado triste", hablaba del duelo ante la pérdida; al final Chabbert y Guridi narran una historia de amor que ya se ha traducido a nueve idiomas. "El primer país al que se vendió fue Polonia. Cuando te cuentan que se publicará allí, no puedes evitar una reacción de sorpresa, en plan Polonia, ¿de verdad?", relatan entre risas los editores.

Entre las novedades de esta temporada, Tres Tigres Tristes vuelve a publicar una creación de Guridi, Cómo meter una ballena en una maleta, en la que de nuevo el sello se decanta por un original formato, una caja con forma de maleta de cartón y dentro un cuento que se despliega como un acordeón. Los ingresos por este libro se destinan a la asociación Proactiva Open Arms de apoyo a los refugiados, un drama al que se acerca el autor de una forma muy sutil, preguntándose qué ocurre con los recuerdos y las pertenencias de alguien obligado a marcharse de su hogar. "Nos llegan muchas propuestas de cuentos con mensajes muy evidentes, con moralejas facilonas, pero el de Raúl no es el caso. Él tiene la capacidad de hacer metáforas fantásticas con las que tratar un problema", sostiene Pérez Aguilar.

Otro de los lanzamientos es A veces me aburro, colaboración de Juan Arjona y Enrique Quevedo. "Normalmente un escritor manda un texto al ilustrador y éste lo completa, pero en este caso se sentaron los dos para pensar el álgum. Tiene una estructura muy divertida, en la que el personaje dice: A veces me aburro y pongo caras... y así se va convirtiendo en un pato, una vaca, un informático o una ambulancia... Habla de cosas como el poder de la imaginación, aceptarse a uno mismo o cómo vivir en sociedad", dicen los editores.

Ana Sender, que ya publicó en Tres Tigres Tristes El buscador de orquídeas, repite con un libro bellísimo, Las hadas de Cottingley, una deliciosa recreación de un episodio que cautivó a los ingleses, a Arthur Conan Doyle entre ellos: el de unas fotografías en las que unas muchachas, Elsie Wright y Frances Griffith, aparecían jugando con hadas. El álbum está "contado desde el punto de vista de las niñas, porque siempre se ha planteado aquel suceso desde la mirada de los adultos", cuenta Pérez Aguilar.

Además, la última propuesta de esta temporada es Bea baila, de Luciano Lozano, la peripecia de una niña regordeta con problemas de concentración que descubre en el baile su modo de expresarse. "No es una historia sobre el triunfo, no trata sobre eso", matizan los editores. "Lo que importa en la historia es que cada uno tiene su forma de aprendizaje, más allá de los métodos convencionales".

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