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La construcción del saber

Para el lector curioso, será fácil identificar a Burke como el autor de un excelente ensayo introductorio al Renacimiento, así como de una colección de estudios sobre la Cultura popular en la Europa moderna, que podemos vincular al magisterio de Bajtin, y al modo novedoso en que abordó el espíritu de lo carnavalesco y su repercusión en la hora del humanismo. Más relacionado con la obra que hoy nos ocupa es el ensayo de Burke sobre las Formas de historia cultural, donde a la labor propiamente historiográfica se une una suerte de labor policial sobre la Historia misma, sobre el modo en que se hace y se elabora el saber histórico, y cuyo investigador más prominente bien pudiera ser el grande y erudito Arnaldo Momigliano.

En el caso de Burke, se trata de una zona más amplia de conocimiento, que implica otras disciplinas: la economía, la antropología, la sociología, el arte... De ahí que esta sea tanto una Historia social (como aquella que escribió Hauser para el Arte), como una historia del conocimiento, que cabe relacionar, tanto con Weber y Durkheim y la sociología del entresiglo XIX-XX, como con aquella Arqueología del saber que emprendió Foucault, y que tiene un remoto precedente en el formidable Jackob Burckhardt. Dicho lo cual, el periodo que abarca este volumen de Burke es aquél en el que el saber adquiere una difusión hasta entonces inimaginable. Y ello por dos motivos, suficientemente conocidos: no sólo por la difusión que permitió la imprenta de Gutenberg, sino por el contraste y la comparación entre materias, que dicha difusión permitirá desde entonces y que llega a su ápice, en la Modernidad temprana, con aquel vasto empeño, ya un poco anticuado cuando se concibe, que se conoció como la Enciclopedia. Este es el arco temporal que aquí se recoge. Y este es el territorio donde los conocimientos, donde las artes, donde el propio concepto de lo humano, se ordenan y formulan tal como hoy los conocemos.

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