Jueves Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Jueves Santo y Madrugada en la Semana Santa de Cádiz 2024

La Fiscalía y la Junta investigan la presunta violación en el recreo de un alumno de 9 años por parte de cuatro de sus compañeros menores. Cuesta encajar noticias como ésta que obligan a preguntarnos qué educación le damos a nuestros hijos y qué sociedad estamos creando. Ojalá se tratara de un caso aislado, pero episodios truculentos donde se mezclan niños, sexo y violencia se dan cada vez con más frecuencia. El cóctel es explosivo, dada la banalizacion de la sexualidad entre los niños y la facilidad con la que acceden a contenidos pornográficos sin la educación precisa. La víctima de Jaén denunció que no era la primera vez que sufría abusos. Y sólo un día después, la Guardia Civil informó de la detención de otro menor en Puerto Serrano como autor de otras dos agresiones sexuales. Ante la alarma social, el Ayuntamiento emitió un bando alertando a los vecinos para que extremaran las precauciones. Sobre todo, después de que el fiscal lo dejara en libertad bajo la custodia de unos padres que no logran escolarizarlo.

¿Qué pasa por la cabeza de estos niños o aquellos que, como ocurrió en Bilbao hace unas semanas, acaban con la vida de dos ancianos de golpe y porrazo? ¿Y por la de la menor que se quitó la vida porque vivía un infierno en su centro escolar? Es imposible averiguarlo, pero de lo que no cabe duda es de que algunas cosas se están haciendo muy mal. La droga que hoy está de moda es la que engancha al móvil y conviene tomarla en serio. Los expertos denuncian que las nuevas adicciones están debajo de todos los problemas sociales: abusos sexuales, suicidios, rupturas sentimentales, accidentes, agresiones de todo tipo... Y en lugar de afrontarlo, la sociedad esconde la cabeza bajo el ala con un silencio social que sobrecoge. Basta con ver la reacción de un niño cuando le amenazan con quitarle el móvil para acercarnos a la cruda realidad.

Un estudio de Jonathan García, realizado en la provincia, muestra que tienen móvil en primer curso de ESO 9 de cada 10 alumnos; y señala que para los adolescentes el móvil es el aparato preferido, muy por delante de la televisión y el ordenador. Como ya denunciara en su día el ex Defensor del Pueblo Andaluz, la vida sin internet para muchos de ellos es "aburrida, vacía y triste". Y son muy pocos los padres que controlan el uso que hacen sus hijos de las nuevas tecnologías, bien porque no pueden, no quieren o ya lo ven como algo normal. Quizá todo esto ayude a entender esta sociedad tan rara donde las relaciones sociales, antes que por el afecto y la amabilidad, se van caracterizando por la agresividad y la violencia. El acoso escolar hoy va mucho más lejos de quitarle el bocata al más tímido de la clase entre risas e insultos. Ahora el objetivo es ridiculizar a la víctima, grabarla mientras se mofan y difundir las imágenes. A este tipo de argumentos hay padres que se agarran para justificar la decisión de retirar a sus niños del sistema educativo y crear formas alternativas de aprendizaje. No sólo no es aconsejable sino que es ilegal. Pero esta tendencia -en Cádiz ya son 300 famililas- junto a los hechos descritos, evicencian que tenemos un problema.

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