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El espejo del Preste

  • El dúo formado por Díaz Canales y Pellejero crea un relato emocionante y evocador con todos los ingredientes de la receta original de Hugo Pratt

Corto Maltés, en uno de los ambientes exóticos de la obra.

Corto Maltés, en uno de los ambientes exóticos de la obra.

Que Corto Maltés es un viajero incansable lo sabe todo el mundo, y así se declara en Equatoria. "¿Dónde irás en cuanto desembarques?", pregunta la isla de Malta, a lo que el marino responde: "¿Quién sabe? A cualquier lugar menos a Ítaca".

Pero Corto no es un viajero corriente; su movimiento nos mueve. En palabras de François Busnel, que firma el tercero de los tres prólogos del libro de Norma Editorial: "A la vez baúl del tesoro y botiquín, las aventuras de Corto Maltés, por su muda presencia, expandían mi vida. Leí aquellas historias como si fueran la única manera de salir de una antigua existencia. Bajo el cielo bajo y pesado de mi suburbio, donde no había sol ni alegría y todo me parecía confinado en el hastío y la mezquindad, creía estar solo y detestaba el mundo, y de repente, el mundo recobraba sus colores. [Los libros de Corto] engrasaron los engranajes de mi imaginación. (…) Quise descubrir ese mundo del que Corto me había abierto las puertas. Ya no me bastaba con saber que la tierra era enorme, necesitaba experimentarlo".

Dice Benoît Mouchart, por su parte, en el primero de dichos prólogos: "Todos los exégetas de las aventuras de Corto Maltés saben que ese caballero de fortuna es un aficionado a las historias y que estas se alzan sobre el cuento, la fábula o la Historia. Los relatos que le apasionan pertenecen a ese territorio particular de la memoria de los Hombres donde la leyenda y la realidad parecen confundirse para formar los contornos de la dimensión del mito. Su tierra natal, la isla de Malta, ¿no es acaso el lugar en el que Calypso prometió a Ulises la inmortalidad o en el que San Pablo naufragó antes de ser juzgado y decapitado en Roma? Familiarizado con la cábala y curioso respecto a todas las mitologías, Corto se esfuerza en considerar las historias seriamente porque ellas le inspiran, más allá de la propia fantasía, diferentes interpretaciones que le conducen a explorar otros niveles de conocimiento y de consciencia, es decir, de sabiduría. No importa cuál sea el destino al que le conduzcan sus pasos, cuáles sean los paisajes donde se pose su mirada, nuestro aventurero filósofo no ignora que los verdaderos viajes son siempre interiores".

Movimiento perpetuo y viaje interior, estos son los dos polos de la fenomenal creación de Hugo Pratt, y sobre este mismo eje se articula el trabajo de Juan Díaz Canales y Rubén Pellejero. Como si fuese sencillo, como si tal cosa, el dúo se apropia de las características formales de la serie y nos regala en Equatoria un relato emocionante y evocador con todos los ingredientes de la receta original: la búsqueda del tesoro (el mítico espejo del Preste Juan), los ambientes exóticos (Venecia, Alejandría, Zanzíbar), cameos de personajes históricos (Winston Churchill, Constantin Cavafis, Ferida Schnitzer), un elenco de inolvidables secundarios (que, en Equatoria, son casi todos mujeres: la reportera Aïda, la hermana Lise, la esclava Afra) y, cómo no, Corto Maltés, el testigo curioso, el soñador, el viajero. El que nos invita al viaje.

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