Comienza la era Asenjo en la Iglesia de Sevilla. La púrpura se marcha de la ciudad de nuevo. Monseñor Amigo se lleva el título de cardenal a su nueva residencia en Madrid, a la espera de un más que probable destino simbólico en el Vaticano. El coadjutor ha dejado de serlo para ser arzobispo plenipotenciario, sin más referencias superiores ya que las que procedan de Roma a través de la Nunciatura. La Iglesia local pasa página con todas sus consecuencias y deja atrás un pontificado de 27 años, un período de tiempo muy dilatado y difícilmente repetible en una diócesis del peso histórico de la de Sevilla. La primera decisión de Asenjo ha sido la de confirmar todos los cargos de la Curia, lo que hizo después de recordar que estaban todos cesados en función de la normativa canónica. Así procedió el papa Benedicto XVI, que posteriormente fue renovando de forma paultina el organigrama de la plaza de San Pedro a lo largo de sus dos primeros años al frente de la Iglesia.

El Vaticano aceptó la renuncia del cardenal Amigo (que cumplió 75 años el pasado 23 de agosto) el 2 de septiembre. El nuncio de Su Santidad en España comunicó a los interesados que podían decidir "con libertad" el momento para hacer efectiva y plena la transición. Así lo hicieron. La fecha escogida fue la del 5 de noviembre, un día después de la onomástica del cardenal y la jornada en que se celebra la festividad de Santa Ángela de la Cruz, que ha marcado en buena medida el pontificado del purpurado hispalense.

La sala del Palacio Arzobispal donde ayer se escenificó el definitivo traspaso de poderes era una mezcla de curas veteranos que en 1982 esperaron a Amigo al pie de la escalerilla del avión, y de sacerdotes jóvenes que rápidamente revolotearon alrededor del nuevo prelado. Todo estaba medido, como corresponde a esa liturgia no escrita de la Iglesia. Coordinó el acto -aquello fue algo más que una simple rueda de prensa- el delegado en Andalucía de la Oficina de Información de los Obispos del Sur de España, una figura desconocida hasta ahora en Sevilla, pero cuya presencia fue clave para ordenar las intervenciones entre el ordinario entrante (que ya gobierna) y el saliente (que ayer mismo dejó de gobernar). Era vital, pues, medir los equilibrios para sellar una transición, para cerrar el cambio tranquilo en la Iglesia de Sevilla. Sin fisuras, sin heridas evidentes. Y con el orden establecido.

El nuevo arzobispo ha dedicado ya un primer mensaje a la diócesis en el que deja claro la "acogida cordial y fraterna" que le ha ofrecido el cardenal en los últimos diez meses" y abunda en el saludo que pronunció en su toma de posesión en la Catedral el pasado enero al precisar que los preferidos de su ministerio pastoral serán "los presos, los parados, los que viven solos y cuantos sufren como consecuencia de la crisis económica".

Monseñor Asenjo se deshizo en elogios hacia el cardenal, al que invitó a regresar a la diócesis de Sevilla cuantas veces quisiera. Incluso aseguró haber pactado ya con el cardenal una serie de actos en el calendario de cultos en los que requerirá de su presencia. Trasladará su residencia al Palacio Arzobispal a finales de noviembre, una vez que se hayan terminado de acondicionar las dependencias actuales en función de sus necesidades. Hasta ahora ha estado viviendo por decisión propia en el Seminario Metropolitano, en Heliópolis.

Hizo otra referencia a la actual crisis económica al advertir la importancia de la familia como el núcleo idóneo "para la educación cristiana de los hijos" en los "valores de la solidaridad, que tanto están sirviendo en estos momentos a superar las dificultades espirituales y materiales en que les sitúa la crisis económica".

Puedes consultar aquí el encuentro digital celebrado por el cardenal arzobispo de Sevilla en Diario de Sevilla.