Crítica 'El niño 44'

No hay crímenes en el paraíso comunista

el niño 44. Drama, thriller. Estados Unidos, 2015. 137 min. Director: Daniel Espinosa. Guión: Richard Price (Novela: Tom Rob Smith). Intérpretes: Tom Hardy, Gary Oldman, Noomi Rapace, Joel Kinnaman, Jason Clarke, Vincent Cassel, Paddy Considine, Dev Patel, Josef Altin, Nikolaj Lie Kaas, Sam Spruell.

El chileno-sueco Daniel Espinosa, tras una primera etapa como realizador ascendente en el cine sueco entre 2003 y 2010, saltó al cine estadounidense tras el éxito de Dinero fácil. Debutó en Hollywood con El invitado, interpretada por Denzel Washington, Ryan Reynolds, Brendan Gleeson y Sam Sheppard, que obtuvo éxito en la taquilla y tibieza en las críticas. Para El niño 44, su segunda película americana, cuenta con un reparto igualmente brillante -Tom Hardy, Gary Oldman, Noomi Rapace, Vincent Cassel- y un argumento más sólido, al basarse el guión en el buen bestseller del inglés Tom Rob Smith que se inspira libremente en el personaje real de Andréi Románevich Chikatilo, más conocido como el carnicero de Rostov, un sádico asesino de menores que se cobró 52 víctimas entre 1978 y 1990. Pero esta vez la crítica ha sido aún más tibia, con alguna excepción europea, y la taquilla ha respondido peor. Sin embargo la película es mucho mejor que la muy rentable El invitado. ¿Qué ha pasado?

Tal vez se trate de una película sin público mayoritario objetivo: demasiado convencional para los cinéfilos, demasiado clásica para los indies y demasiado seria para los palomiteros. Mala suerte porque se trata de una muy correcta, muy bien ambientada y muy bien interpretada puesta en imágenes de una historia tan original como absorbente. Rusia, años 50. Un comunista y estalinista convencido, héroe de guerra, investiga los crímenes de unos niños que apuntan a la existencia de un psicópata. Pero en la Rusia de Stalin no hay psicópatas, ni asesinos en serie de niños. Esos son vicios de los países capitalistas decadentes. "No hay crímenes en el paraíso", dice la doctrina oficial. Si un padre insiste en que su hijo es asesinado, es un traidor porque contradice la teoría "científica" estaliniana del asesinato como algo propio del capitalismo. Si un policía en vez de hacer desistir al padre investiga el posible crimen que oficialmente es considerado un accidente, también es un traidor. Por lo que el honesto, patriota, heroico, leal miembro del Partido y súbdito fiel de Stalin investigador es apartado del caso y enviado como castigo a una remota región. Empezará a investigar entonces por su cuenta, mientras su sueño comunista se va derrumbando y los cascotes amenazan con aniquilarle. El tema del policía empeñado en buscar a un asesino en un tiempo de asesinos tiene algunos ilustres precedentes como La noche de los generales. El niño 44 haría un pedagógico díptico con ella.

A veces la crítica y el público se equivocan, infravalorando la primera e ignorando el segundo una película estimable. Es lo que ha sucedido en este caso. Admirablemente ambientada, fotografiada e interpretada -sobre todo por el trío Tom Hardy, Noomi Rapace y Gary Oldman-, este buen thriller va demostrando imagen a imagen, arresto político a arresto político, asesinato sádico a asesinato sádico, que el monstruo más peligroso y repugnante no es el sádico infanticida sino el que vive en el Kremlin. El asesino en serie actúa solo. El asesino del Kremlin ha creado una red inmensa de asesinos, de denuncias, de silencios, de mentira. Su maldad es contagiosa.

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