Cultura

Haynes emociona pero no convence en Cannes con un homenaje a la infancia

  • El realizador presenta en el festival 'Wonderstruck', un cuento con Julianne Moore y Michelle Williams

Michelle Williams y Julianne Moore.

Michelle Williams y Julianne Moore. / EFE

Todd Haynes emocionó ayer en el Festival de Cannes con Wonderstruck, un cuento filmado con el que homenajea a la infancia y a las manos, a lo táctil frente al mundo digital de hoy en día, en una película en la que brillan los niños Millicent Simmonds y Oakes Fegley pero que no terminó de convencer.

Basada en un cuento de Bian Selznick, el autor de The Invention of Hugo Cabret -llevado al cine por Scorsese-, Haynes cuenta también con Julianne Moore y Michelle Williams en papeles secundarios, pero son Simmonds y Fegley los que llevan el peso de una historia sensible y un poco más edulcorada de lo habitual en el cine de Haynes.

"El guion era extraordinario", explicó ayer en rueda de prensa Haynes, para quien se trataba de una "idea intensa" con muchos elementos cinematográficos pese a tratarse de un cuento en gran parte ilustrado y sin palabras.

Además, suponía meterse en un mundo desconocido para el realizador de Carol, el de la imaginación de los niños, y hacerlo con "dos historias que comparten una película".

Dos historias paralelas en su temática pero separadas por 50 años y por dos estilos cinematográficos totalmente opuestos.

En 1927 una niña sorda, Rose (Simmonds), que vive en Nueva Jersey trata de escapar de su autoritario padre y viaja a Nueva York en busca de su madre (Moore), una estrella de cine. Una parte que Haynes narra en un límpido blanco y negro y con muy poco texto para adentrar al espectador en el mundo silente de su protagonista.

Y en 1977, Ben sufre la reciente pérdida de su madre (Williams) y decide escaparse a Nueva York para buscar a un padre que no conoce y averiguar así su origen. El color y la música y estética psicodélica de los 70 acompañan el viaje de Ben.

"Nada ha sido especialmente fácil en esta película", reconoció Haynes, para quien el filme era una buena excusa para "continuar el estudio de la historia del cine" que ya ha acometido en trabajos anteriores.

Pero a la vez era una forma de rendir homenaje a lo que se puede hacer con las manos, a lo táctil. "Al pegamento y a la tinta que se queda en los dedos de las manos. Todavía me acuerdo de tenerlo en los míos cuando era pequeño. Creo que es algo que los niños necesitan, les gusta, y se aprende mucho haciendo cosas con las manos", explicó.

Algo en lo que coincidió Williams, a la que le encanta trabajar con niños y estimular su imaginación "para que se conviertan en adultos interesantes". "Se trataba sobre todo de la imaginación, la vitalidad, los desafíos, la complejidad de los niños", precisó el realizador.

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