Crítica 'Mala sangre'

Amor loco, amor moderno

Mala sangre. Drama, Francia, 1986, 104 min. Dirección y guión: Leos Carax. Fotografía: Jean-Yves Escoffier. Música: Britten, Bowie. Intérpretes: Denis Lavant, Michel Piccoli, Juliette Binoche, Julie Delpy, Hans Meyer, Hugo Pratt, Serge Reggiani, Carroll Brooks.

A excepción de la sombría y novelesca Pola X, el cine de Leos Carax, otrora enfant terrible oficial del cine francés de los ochenta, hoy autor de culto gracias a Holy Motors, está atravesado por el cuerpo de Denis Lavant, suerte de doble del cineasta, mimo, bailarín, atleta, transformista y acróbata. Lavant protagonizaba la película que dio a conocer al por entonces joven cineasta en Cannes, Boy meets girl (1984), y también su segundo filme, el arrebatado Mala sangre (1986) que ahora se reestrena felizmente en las salas españolas gracias a la distribuidora Avalon.

Mala sangre adopta una (falsa) apariencia de thriller con tintes de ciencia-ficción para desplegar un virtuoso ejercicio de formas cambiantes y narrativa elíptica, en colores saturados y escenarios fantasmales que homenajean el espíritu del primer Godard, fundado sobre un particular y romántico concepto del amor fou y la imagen emblemática de una pareja que huye desesperadamente. Un Lavant desencadenado y libre aparece aquí junto a la hermosa Juliette Binoche, por entonces compañera sentimental del director, convertida en musa y espejo moderno de la mujer godardiana y dreyeriana que un día encarnaran Anna Karina y Maria Falconetti.

El poderoso lirismo surrealista de las imágenes y la condición digresiva de Mala sangre determinan una historia donde la pantomima y la danza se citan con el relato criminal y fantástico, donde el destino trágico marca las cartas en un juego de referencias donde, de nuevo, y ya sin la coartada del blanco y negro, asoman los gestos de Chaplin y la candidez muda y elocuente de Lilian Gish.

Y para el recuerdo cinéfilo quedará siempre esa hermosísima secuencia en la que Lavant corre por la calle acompañado por un traveling lateral mientras suena el Modern Love de David Bowie.

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