Málaga

Llegaron con flores desde Ronda...

  • Y consiguieron levantar al Cervantes pese a que cantaron casi a las 6:00 · Sin discusión en la modalidad de comparsa, el público dictó sentencia, mientras que unos 'saeteros' ganan una reñida competición en murgas

Se abre el telón y un embriagador perfume a flores lo llena todo. La gran final pasaba ya de las ocho horas de duración, eran casi las 6:00, pero la comparsa rondeña Entre las Flores salió a escena con una potencia de voces afinadas que podía intuirse de su actuación en las fases previas, pero que pocos en el Cervantes esperaban cuando ya apenas quedaban fuerzas. "Los últimos serán los primeros", gritó alguien del público. Y los de Ronda ganaron el primer premio por méritos propios. Tras su actuación, el respetable les aclamó como ganadores antes del veredicto del jurado, cuyo fallo se leyó a las 6:22. Una larga noche de emociones, más si cabe por los retrasos en su inicio, con sentidos homenajes al fallecido Miguel González El Cabeza, y mucha competencia en la modalidad de murgas, donde ganaron los saeteros de Los manitas levantá.

Igual que las horas pasaban y quedaba la sensación de que no había una comparsa ganadora (los dos primeros premios fueron los últimos en actuar), al descanso de la gran final la suerte estaba hechada en murgas, pues los tres ganadores actuaron en la primera mitad. Las quinielas estuvieron equilibradas entre los citados saeteros y unos singulares peregrinos de la aldea africana de Zimbabwe (Asociación Rociera Mandelita Colorá) y los muchachos de la Academia de Baile Manolito España, segundos y terceros. Pudo ganar cualquiera pero el jurado falló así.

La puesta en escena de Entre las Flores recordó al barrio rondeño de San Francisco, la antigua puerta de entrada a la ciudad del Tajo. Los comparsistas llegaban precisamente del campo y pregonaban que: "¡Traigo Flores! abre niña los balcones, que a la vuelta está mi carro encandilando corazones...". Su primer pasodoble fue a la justicia, de la que dijeron que hoy está "tan ciega como su estatua" y su segundo a Miguel González, pero lo hicieron en nombre de la comparsa de El Palo, sancionada sin concurso desde hace años. "Que allá en el cielo no le guardes ni un rencor; que ellos también lo sienten, que te hayas marchao; que aunque existieran esas diferencias ya todo pasó; Y canto amigo coplero; por la comparsita del palo; y quieren que sepas que ellos te echarán de menos; Que aunque no puedan cantarte gran carnavalero; lo hacen las voces de estos rondeños; pa transmitirte sus sentimientos (...)". Los rondeños actuaron la misma noche en cuartos de final del concurso de Cádiz y cuando terminaron llegaron para cantar -y ganar- en Málaga. Entre sus voces se encuentra el famoso coplero gaditano Faly Vila.

Los Bromistas y los Mercaderes de Almas, segundos y terceros en comparsa, también cantaron a González, una constante durante el concurso. Uno de sus hijos formó parte de la primera de éstas agrupaciones, que en otro pasodoble hizo una crítica al carnavalero que no lucha por la fiesta. Respecto a las otras comparsas finalistas, destacó un pasodoble crítico dedicado a los malagueños que no miran por Málaga, de Los Pordioseros, del Arroyo de la Miel, y un cuplé de las brujas de Akelarre, que dijeron que no irían al pregón porque "ya tengo una cita, desde hace años, 'pa' ver el pregón me quedo en casa calentita". Las agrupaciones siempre reivindican a un coplero para pregonar, o al menos que sea carnavalero.

Los manitas levantá hicieron reír ironizando sobre las obras de la ciudad, como también hizo la murga Academia de Baile Manolito España, y narrando sus anécdotas en la Semana Santa de Sevilla. No entendían quién había robado los varales a los tronos. Los cuplés también fueron ingeniosos. Los rocieros africanos destacaron especialmente con sus pasodobles, un piropo a Málaga y una crítica a Onda Azul por no retransmitir toda la fiesta. Las otras dos murgas finalistas fueron Todo incluido, unos empleados de un hotel de Alhaurín El Grande, que hacían de todo y destacó los numerosos cambios de vestuario; y Los que fuimos felices sin comer perdices, de Estepona, que según su tipo -de optimistas- seguro que su presencia en la final fue un gran premio. Ahora toca cantar en la calle.

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