Carnaval

La gran final, las sorpresas mínimas

La comparsa La canción perdida, de Huelva, en su pase por la final.

La comparsa La canción perdida, de Huelva, en su pase por la final.

Sábado, sabadete, camisa nueva, pantalón de pana, que hace mucho frío, y sobre todo un chaquetón, que hace más frío que en la base española de la Antártida. Hace frío en la calle y supongo que también lo hará dentro. Hoy es la finalísima, el culmen de todo lo trabajado por los que hasta ella han llegado. Es un día de alegría en principio para todos, después cuando el jurado dé su veredicto habrá mosqueos y malas caras. Otros disfrutarán más aún que cuando llegan cantando por la calle Vázquez López, bueno eso de cantar lo dejamos, que hoy hay que cuidar las gargantas, coger poco frío y abrigarse más.

Los grupos están nerviosos, es lo normal, alguno de ellos se llevarán el pellizquito de los seis mil euros por ganar este certamen, por ejemplo en el caso de coros 6.000 euros por una hora de cante, vamos, más que Julio Iglesias en sus mejores tiempos, cuando venía a los jardines de La Rábida a dar sus conciertos, o incluso más que la mismísima Pantoja, cuando dio su concierto en la ría sustituyendo a Rocío Jurado; parezco el abuelo batallitas.

El ambiente dentro del teatro es fenomenal, pero fuera no se queda corto, qué me gustan las finales, la sala llena, la carpa hasta las trancas y la calle a rebosar. Hoy no hay enemigos, de momento, el enemigo para todos es el jurado, estos mushashos cuando llegue el momento serán abucheados, es ley de vida, es como si un árbitro se mosquea porque le dicen que es muy malo.

Cuando entro, la primera sorpresa, no se ha decorado el teatro, sólo unas serpentinas cuelgan de los palcos y principal, vamos, todo un derroche de imaginación y locura.

Cuando en una final casi todos los grupos le dan caña a lo mismo será por algo, el bueno de Antonio Hierro, nuestro alcalde, y Juani Manzano han sido el centro de las críticas (positivas y negativas) de muchas agrupaciones y también han contribuido con su presencia y el buen sentido del humor a colaborar con los grupos. En esto nos estamos haciendo mayores y tenemos que felicitarnos.

Otras de las cosas que me han llamado poderosamente la atención es que hubo un pasodoble de la comparsa La canción pérdida, de Huelva que dijo en dos minutos lo que llevo pregonando todo este concurso y en anteriores ediciones. Los dirigentes no deben volver la vista para otro lado y coger al toro por los cuernos, pedir colaboraciones de los grupos no estaría mal, pero pienso que deben hacer una autocrítica e intentar buscar soluciones. Veinte ojos ven más que dos y hay que saber escuchar y sobre todo no echar nada en cara a nadie ni meterse en guerras absurdas, aquí se trata de sumar, dejemos los egos personales, de todos, sumar es lo importante, porque señores si no lo hacemos esto se nos irá al traste. Con tanto consejo parezco un consejero matrimonial, porque de eso se trata, de salvar el matrimonio.

La noche se cerró cerca de las siete de la mañana con el veredicto del jurado, su fallo es inapelable y rotundo. En cuartetos no hubo sorpresas y le dieron el primero al único que había, en otras ediciones se ha quedado desierto, pero como aquí el dinero nos sobra pues lo damos y ya está. En coros ganó La Canarinha, de Isla Cristina; en comparsas, El pueblo llano, de Alcalá de Guadaíra, y en murgas La última cena, de Huelva. Os habéis dado cuenta que cada uno de los ganadores es de un lugar diferente, Isla, Alcalá de Guadaíra (Sevilla) Lepe y Huelva. A ver quién dice que el jurado barre para casa.

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