LA tragedia del vuelo JK5022 de Spanair, en la que murieron 153 personas y mantiene sufriendo en los hospitales de Madrid a 19 más, cuatro de ellas en situación de extrema gravedad, ha hecho revivir a muchos -algunos, en carne propia; otros, en su fuero interno- sensaciones de incertidumbre parecidas a las provocadas por las fatídicas escenas de los atentados fundamentalistas de Madrid. Pese a todas las diferencias existentes entre ambos sucesos -obvias, por otra parte-, lo cierto es que, al igual que entonces, desde el día después del tremendo golpe colectivo que ha implicado para los españoles este accidente aéreo, se abre una serie de gruesos interrogantes sobre las causas de tan terrible siniestro. Incertidumbres que, además, crecen a cada momento que pasa a tenor de las manifestaciones públicas de muchos de los familiares de las víctimas. Casi todas ellas, con mayor o menor intensidad, coinciden en sostener que el estado del avión de Spanair no era adecuado para volar, según les transmitieron algunos de los propios pasajeros. Así, incluso, se lo hizo saber ayer al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, uno de los afectados. Otra familiar lo resumía con una interrogante. "Si sabían que el avión estaba roto, ¿por qué lo utilizan?", preguntaba. Probablemente, ésta es justo la misma pregunta que están haciéndose muchos ciudadanos. La compañía aérea, en la comparecencia celebrada ayer, niega la mayor: sostiene que, pese a que la nave retornó a la puerta de embarque por problemas que le impidieron realizar el primer despegue, la revisión realizada por sus técnicos en el aparato, que contaba con 32.000 horas acumuladas de vuelo, fue correcta. "El problema se aisló", afirman. Es la investigación oficial, iniciada ayer mismo, la que deberá aclarar si esta afirmación es cierta o si los familiares tienen razón en sus denuncias. El Gobierno ha garantizado que se llegará hasta las últimas consecuencias. Así debe ser. El problema es que los trabajos de la comisión oficial tardarán meses en arrojar algún resultado. Pero no queda otra opción que esperar. Porque sólo con datos reales podrá averiguarse la verdad, necesaria para que, además de hacer justicia (en el caso de que hubiera responsables), estos luctuosos hechos no vuelvan a suceder nunca más. Jamás.

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