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La radioterapia ante un cáncer de mama también puede perjudicar

  • Un estudio rebate la falsa percepción de inocuidad. La radiación aumenta el riesgo de padecer cardiopatías hasta 20 años después, especialmente en fumadoras con sobrepeso.

La práctica clínica es una delicada danza en la que la utilidad terapéutica y la iatrogenia bailan al son de la evidencia científica. Lo que no te mata, te hace más fuerte. Nadie está dispuesto a admitir que la medicina no tiene soluciones para todo y que el propio arsenal terapéutico es útil, pero no es magia; palia, pero no cura; retrasa una recidiva en cáncer pero no acaba con la angustia de morir antes de lo esperado. El cáncer es un proceso agresivo y los avances en los últimos años han cambiado el panorama y la esperanza de vida de las personas afectadas. El desarrollo del manejo de la quimioterapia, la llegada de nuevos tratamientos alternativos a la misma y el uso de la radioterapia han sido las claves de ese pronóstico. Pero nada es inocuo, baladí ni sale gratis, y eso conviene saberlo.

La mayoría de las mujeres diagnosticadas de cáncer de mama reciben radiación para evitar una recaída, pero un estudio reciente sugiere que este tipo de tratamiento podría aumentar el riesgo de padecer infarto de miocardio y de fallecimiento por cardiopatía hasta veinte años después del tratamiento. Este aumento del riesgo es especialmente acusado en mujeres que, en el momento de recibir la radioterapia, presentan otros factores de riesgo de cardiopatías como el consumo de tabaco, un elevado índice de masa corporal (IMC) o diabetes.

Que la radioterapia aumenta el riesgo de cardiopatía a la larga no es una información nueva, pero hasta ahora no se conocía en profundidad la naturaleza de este riesgo y ni si algunas pacientes son más vulnerables a sufrir efectos secundarios ante la radiación ionizante. Científicos suecos, británicos y daneses emprendieron un estudio para despejar esta incógnita.

En dicho estudio participaron cerca de 2.200 danesas y suecas que recibieron radioterapia contra el cáncer de mama entre 1958 y 2001. Con la información extraída de los expedientes médicos y registros de radioterapias se calculó la dosis media de radiación que recibieron en el corazón. El equipo obtuvo así información sobre el historial médico y los factores de riesgo de cardiopatía para cada mujer.

De esta información se extrapoló una relación clara entre la dosis de radiación y el riesgo de cardiopatía isquémica, especialmente pronunciado en mujeres con diabetes, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, angina de pecho, un IMC elevado o que fumaban durante el tratamiento. El riesgo mayor se apreció durante los diez años posteriores al tratamiento, tras los cuales el riesgo descendió sin dejar de ser elevado durante diez años más.

Se observó que en el riesgo de padecer una cardiopatía influye la edad en el momento de recibir tratamiento, otras afecciones anteriores y la dosis de radiación recibida en el corazón. Al comparar a una paciente de cáncer de mama de cincuenta años de edad sin otros factores de riesgo previos de cardiopatía y que no hubiera recibido radioterapia con otra mujer de edad similar con hipertensión y dosis elevadas de radiación en el corazón (10Gy), salió a relucir un riesgo casi tres veces superior de padecer cardiopatía isquémica en la segunda paciente. Los resultados confirman lo que se sospechaba desde hace tiempo, que la radiación aumenta el riesgo de infarto de miocardio y que las mujeres con otros factores de riesgo de cardiopatía isquémica conocidos son más vulnerables que otras.

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