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La ciencia permite a la agricultura reducir el consumo de agua un 50%

  • El proyecto Ecosat, basado en el análisis de la necesidades de la planta, facilita un ahorro de hasta el 30% en los cítricos · Dieciséis fincas agrícolas y cooperativas de Doñana buscan mejorar el rendimiento hídrico

A pesar de que el agua representa la tercera parte del planeta tierra, su recurso como elemento potable es finito, lo que nos deja a merced de los caprichos meteorológicos. La frágil memoria de los humanos (no sólo los peces tienen este 'patrimonio') nos hace obviar su importancia capital en lustros como el actual donde los registros pluviométricos nos sonríen y dan una tregua, todo ello aun siendo sabedores de que el carácter cíclico del clima nos volverá a recordar con absoluta crudeza la importancia de cada gota.

La agricultura está asumiendo este compromiso social tratando de casar dos intereses que hasta hace poco parecían tan antagónicos como la rentabilidad económica y la medioambiental, ambas enfrentadas aunque en el fondo tengan un denominador común: su correcta gestión rinde réditos en el ámbito ciudadano. Con estos fines como bandera la empresa onubense Verdtech ha estado inmersa durante tres años en llevar hacia buen puerto el proyecto Ecosat, basado en el análisis científico de las necesidades hídricas de la planta para, en base a estos datos, conseguir ahorrar entre un 30% el agua en los cítricos, elevando estas cotas de consumo hasta en un 50% cuando del cultivo del olivar se trata.

Desde sus inicios los promotores de Ecosat tenían claro que los esfuerzos habrían de centrarse en cultivos que tienen un cariz eminentemente estratégico para Andalucía y más concretamente en aquéllos que encuentran su hábitat natural en el clima mediterráneo: son los casos del olivo, los cítricos, la viña o la fresa. No cabe olvidar que el fin último es brindar una herramienta práctica que permita el ahorro hídrico, para lo cual es condición sine qua non que se popularice y extienda su práctica. En base a esta filosofía se fijó para la base experimental 16 fincas agrícolas, cooperativas y denominaciones de Origen de las provincias de Huelva y Sevilla, precisamente buscando mejorar los rendimientos hídricos en zonas como Doñana que albergan ecosistemas únicos en el mundo en los que el agua supone el garante de su futuro.

El proyecto, que ha contado con una inversión de 1,2 millones de euros, ha sido posible sumado el talento y la sapiencia de importantes grupos de investigaciones de la capital hispalense como el Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología (Irnas) y el Ifapa Las Torres; el Instituto de Investigación Murciano y Desarrollo Agrario y Alimentario; el Instituto Francés de Investigación Ciencia y Tecnología Medioambiental (Cemagref); así como las Universidades de Huelva y Sevilla.

Esta comunión de esfuerzos ha permitido conseguir una metodología que realiza una radiografía de enorme precisión de la planta y determina sus necesidades de riego. Este proceso se logra mediante una red de puntos fijos que, mediante sensores, ejecutan análisis de la planta, el clima y las condiciones de suelo, generando gracias a ello una serie de imágenes de teledetección que arroja un grueso de datos que son interpretados por un software de inteligencia artificial denominado e-verd, que incluso 'aprende' a gestionar toda esta información.

Todo este proceso de estudio se ejecutó mediante el diagnostico de la planta que fue sometida a distintas etapas de estrés hídrico, de forma que los sensores de dendrometría de troco (técnica mediante la cual es posible medir con enorme precisión el crecimiento de la planta) se puede obtener una información en tiempo real de estado fisiológico del cultivo. Toda esta experiencia permite conocer el momento exacto en el que regar y evitar el estrés hídrico a la planta, evitando así el derroche de agua.

El consejero delegado de Verdtech, Rafael Álvarez, considera que el método entraña un paso de gigantes en la concepción de las necesidades hídricas de un árbol al determinar "con rigor científico" cuando el tallo demanda agua. En síntesis, añade, "hemos sido capaces de desentrañar el lenguaje de la planta" y saber de forma fehaciente cuándo precisa de esos recursos. Ello implica que ya no es necesario confiar el riego al buen tino en las estimaciones del agricultor, si no atendiendo a las estrictas necesidades del cultivo.

El responsable de servicios agrarios de la Fundación Caja Rural del Sur y Coordinador del proyecto, Jaime de Vicente, comparaba este éxito al que en su día experimentó la medicina donde el diagnóstico vino a finiquitar la arbitrariedad de las conclusiones basadas en meros síntomas.

En cuanto a las posibilidades comerciales el impacto de estos estudios tiene un ámbito internacional. Álvarez reconoce que actualmente trabajan en explotaciones agrícolas que se extiendan sobre las 15 o las 20 hectáreas y, aunque evita concretar precios fijos, debido al sinfín de baremos que pueden intervenir en el precio final, señala que la inversión se amortiza "en unos cinco años e incluso en uno dependiendo del tipo de cultivo y de la extensión de terreno de la que hablemos. Las bondades del proyecto han contado incluso con las bendiciones de organizaciones ecologistas como WWF/España, quien en boca de su coordinadora de Política Agraria, Celsa Pleiteado, se congratuló de la "eficiencia" de este método que implica que en sectores productivos de gran implantación en la Comunidad andaluza como el olivar se consigan reducir los aportes hídricos, máxime cuando este cultivo consume dos tercios del agua de riego en las zonas donde está implantado.

El proyecto Ecosat ha contado con un presupuesto de más de 1,2 millones de euros de los cuales IDEA ha aportado el 40% y la Fundación Corporación Tecnológica (CTA), en la que actúa de mecenas la Caja Rural del Sur. El proyecto se ha desarrollado desde el año 2006 hasta el 2010.

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