cuenca minera Centro experimental de la carrera espacial

La nueva generación de vehículos espaciales se estrena junto al Tinto

  • La Agencia Espacial Europea, el Austrian Space Forum y el CAB ponen en marcha el proyecto Polares Scout Expeditions · Los equipos científicos internacionales simulan un viaje a Marte y a la luna

Difícilmente pueda caer en la luna o en Marte un chaparrón tan intenso como el que le cayó ayer en la planicie de Peña del Hierro al equipo científico internacional que prueba en la Cuenca Minera el nuevo prototipo de rover (vehículo) que será enviado al espacio en próximas misiones. Lo que si es cierto es que el proyecto Polares Scout Expeditions aspira a colonizar tierras muy, pero que muy hostiles para el desarrollo de la vida tal y como la entendemos hoy.

Mientras que llega el deseado momento de ver en la lanzadera espacial a equipos humanos camino del planeta rojo o de la luna el Austrian Space Forum, la Agencia Espacial Europea (ESA), el Centro de Astrobiología (CAB), la Universidad de Innsbruck y la entidad Thales Alenia Space (Italia) ultiman entre Nerva y Riotinto el desembarco de sus artilugios interplanetarios. Y lo hacen bajo la atenta mirada y coordinación in situ del científico español del CAB, Felipe Gómez, compañero de viaje y trabajo del catedrático de Microbiología de la UAM, Ricardo Amils.

El despliegue es tan espectacular que el lego que aparezca por Peña del Hierro estos días se creerá objetivo de alguna cámara oculta o espectador casual de la conquista del espacio. Le parecerá ver (y es verdad) a un astronauta caminando entre escorias mineras y recuerdos en perfecto estado de revista, tanto que el traje que portaba el austriaco Ulrich Lwger llevó más de tres horas ponérselo.

Ayer fue el día elegido por los científicos para enfrentar al Eurobot Ground Prototipe a su primera misión real, lejos de su hogar en el laboratorio. Era la primera ocasión en la que pisaba el campo de trabajo y se le notaba. Tan solo el seguro que le han hecho al rover para trasladarlo a España ha costado un millón y medio de euros para una semana de pruebas. Por eso y porque el vehículo no tolera la lluvia (es imposible que se dé el fenómeno en la luna o Marte) un equipo se afanaba en ponerle un gran parapeto por encima cada vez que comenzaba a chispear.

El vehículo está diseñado para moverse, progresar y analizar la superficie marciana y para enfrentarse a las fuertes tormentas de polvo que afectan al planeta rojo así como las altísimas dosis de radiación. También tiene capacidad para analizar los hallazgos que realice y soportar unas temperaturas que oscilan entre los -125º y los 25º. Incluso interactuará con su compañero de viaje, el astronauta que le acompañe en la gesta del siglo XXI. Hasta está dotado de una especie de olfato o visión que detecta a su 'dueño' sideral en el caso de que ambos pierdan el contacto.

Es probable que hasta dentro de un lustro no se pueda volver a la luna (el viaje puede tardar de uno a tres días por los nueve meses que se tarda en llegar al planeta rojo) y que el periplo a Marte tarde cuatro o cinco lustros más, pero para entonces Felipe Gómez asegura que todo tiene que estar listo y experimentado pues cualquier error sería letal para la misión.

Precisamente esos errores y contratiempos son los que afrontan en la Cuenca Minera. No sólo hipotéticas averías o pérdidas de control con el centro de mando en tierra, sino aprender cómo reacciona el cuerpo humano en la luna o en Marte. Para eso está el traje espacial Aouda X. Protege en la atmósfera de Marte, de baja densidad y formada principalmente por CO2 y una gravedad del 38% de la terrestre. La presión allí es 100 veces menor a la existente en la Tierra. Una característica que pondría en peligro la supervivencia humana al facilitar la expansión de los órganos internos y la deformación del cuerpo humano. El traje no solo protegerá al astronauta sino que está dotado de sensores que detectan los elementos (contaminantes) que entran en contacto con él.

Para simular, preparar y poder controlar desde la tierra la salud del astronauta, el traje lleva una especie de esqueleto que dificulta los movimientos, los hace más pesados y se registra la respiración, el pálpito y la humedad.

Una de las partes más críticas del experimento que se realiza estos días en la Cuenca Minera es conseguir la total integración del robot en la cadena de mando humana pues de él dependerá el total éxito de la misión.

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