Provincia

La localidad homenajea con una calle al sobrino de Juan Ramón

  • El 52º aniversario de la concesión del Nobel incluyó la lectura pública de 'Platero y yo' en una iniciativa de la asociación Proyecto Farenheit 451

Cuando se celebró ayer el 52º aniversario de la concesión del Nobel a Juan Ramón Jiménez (25 de octubre de 1956), la Fundación Municipal de Cultura ha querido dedicar al sobrino del poeta, Francisco Hernández-Pinzón Jiménez, una calle en Moguer, su pueblo, para que este gran impulsor, estudioso y albacea de la obra del poeta tenga un lugar de honor que perpetúe su memoria en el callejero moguereño. Y fue precisamente su hija, Carmen Hernández-Pinzón Moreno, a quien el propio Francisco confió hace años su tarea y la que lo representó en el acto y glosó la figura de su padre en una breve, pero emotiva conferencia, que pronunció en el salón de plenos del Ayuntamiento , antes del develado oficial del rótulo.

Previamente, y también en el Consistorio moguereño, se dio lectura al acuerdo de pleno en el que se establece dicho reconocimiento y se le hizo entrega de una placa conmemorativa. La calle que se ha dedicado a la memoria de Francisco Hernández Pinzón-Jiménez es la que discurre entre Reyes Católicos y Rascón, en pleno corazón del casco histórico, que se une y prolonga además a la dedicada ya en su día al otro gran poeta de Moguer, su gran amigo Francisco Garfias López.

Francisco Hernández-Pinzón, hijo de la hermana del poeta, Victoria Jiménez, fue en cierto modo para Zenobia y Juan Ramón el hijo que no tuvieron, acudiendo en su ayuda a requerimientos de sus tíos siempre que lo solicitaron.

Por otro lado, la Asociación Proyecto Farenheit 451, que es más conocida como 'personas-libro', visitaron ayer Moguer para recitar la obra más conocida del Premio Nobel, Platero y yo.

Esta singular iniciativa, con la que Moguer quiso rendir homenaje a su hijo más ilustre en el 52 aniversario de la concesión del Nobel, ha estado abierta a todos aquellos moguereños que a título personal se quisieron sumar a este proyecto literario, que contó asimismo con la participación de 68 miembros de esta asociación.

La jornada comenzó a la 11.30 horas en la plaza del Cabildo y se retomó a las 17 horas en la plaza de las Monjas, tras un receso para comer. En este largo recorrido por la localidad, vecinos y visitantes pasearon por las zonas más emblemáticas de la ciudad para narrar de forma colectiva aquellos textos que retienen en su memoria. El acto, que se desarrolló de forma espontánea, discurrió por aquellos rincones de Moguer que de alguna forma han estado presentes en la genial obra del poeta, lo que enriqueció más aún si cabe la experiencia.

Voces de distintas partes de Andalucía pudieron poner voz a los pensamientos de Juan Ramón Jiménez en los mismos escenarios que lo inspiraron.

En el mundo que describe Ray Bradbury en su obra Fahrenheit 451 los libros están prohibidos; sin embargo, hay personas que se resisten a perderlos y deciden memorizar un ejemplar cada uno. El Proyecto Fahrenheit 451 (las personas libro) es precisamente esto, conseguir que la población se quede con aquel libro, aquel poema o aquel fragmento que desee, para ir recitándolo después en voz alta.

Gracias a la labor de coordinación realizada por Esperanza García Guerrero, Moguer se convirtió ayer en un verdadero libro vivo, gracias a la poesía de Juan Ramón y a la admiración que por su obra mostraron los integrantes de esta singular asociación que tanto hace por acercar la literatura a todos los ciudadanos.

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