Trigueros

Gracias a la Virgen de Fátima

  • Antonia Garrido, una vecina de Trigueros, recupera la movilidad total en las piernas después de más de dos años de tener que caminar con muletas o utilizar una silla de rueda para desplazarse

Ninguna de las vecinas, amigas y familiares de Antonia Garrido Vallejo dan crédito a sus ojos. Su propio marido, Enrique González Pérez, sigue casi como en una nube. La casa de este matrimonio de Trigueros era ayer un continuo ir y venir de personas que querían confirmar el milagro. Antonia había partido el sábado en silla de ruedas para Fátima y regresó el lunes por su propio pie.

Nadie de cuantas personas que visitaron ayer a Antonia y la conocen desde hace años salían de su asombro cuando la vieron andar con total normalidad por la casa. Pero, ninguna persona tampoco tenía la más menor duda de que se trataba de un milagro; su curación repentina sólo puede atribuirse a eso, a la intervención de la Virgen de Fátima, por la que profesa tanta fe.

Antonia relata que este año no tenía intención de desplazarse hasta el centro de peregrinación de Portugal y que fue su marido el que la convenció. "Vamos a ver a la Virgen no vaya a ser que sea peor", le había dicho.

Antonia había perdido desde hace unos años la movilidad en las piernas, debido supuestamente a un error médico cuando iba a ser sometida a una operación quirúrgica que le afectó a los nervios de la médula. Desde entonces necesitaba muletas para desplazarse y tan sólo podía realizar pequeños recorridos.

Devota de la Virgen de Fátima desde pequeña (aún recuerda cuando la Peregrina llegó a Trigueros y fue a verla de la mano de su madre) decidió solicitar la mediación de su protectora nada más que perdió la movilidad. El pasado lunes recibió la ayuda.

Fue momentos antes de la misa. Antonia estaba sentada frente a la Virgen junto al resto de enfermos que acuden a Fátima cuando sintió algo, "un impulso", que le invitaba a levantarse de la silla. Le preguntó a una de las personas que cuidan a los enfermos si podía hacerlo, la respuesta fue afirmativa y sin más se levantó y anduvo varios metros. ¡Ando, ando!, exclamó al comprobar que podía hacerlo por sí misma sin necesidad de nada. Antonia y una de las enfermeras se fundieron en un abrazo.

Su marido que se encontraba en la zona de los acompañantes pensó que Antonia había sido objeto de algún ataque de emoción y acudió enseguida a su encuentro. Al momento, Antonia recibía asistencia de varios médicos y un sacerdote que procedieron a tomar nota de lo sucedido, entre la expectación que se desató.

Los informes del caso de Antonia serán trasladados al Vaticano para ser analizados y determinar si puede elevarse a la categoría de milagro. En cualquier caso, ella no tiene ninguna duda al respecto y está convencida que sí lo es, ya que los médicos le habían concedido pocas o nulas posibilidad de que pudiera recuperar la movilidad en las piernas. "La Virgen de Fátima hace milagros a menudo y este es uno", le decía ayer una sus amigas mientras la abrazaba entre sollozos. "No llores no vez lo bien que estoy" le contestaba ella, mientras más ojos se llenaban de lágrimas. "Daba pena verla como estabas. No podías ni con el alma. Qué alegría más grande", enfatizaba otra de sus vecinas en el salón de la casa. Antonia abandonó ayer mismo la salita en la que se había recluido desde hacía tiempo para sufrir en silencio su enfermedad. Apenas salía a la calle y cuando lo hacía necesitaba la ayuda de su marido. Enrique ha regalado una de las muletas de su esposa a una joven de Pilas que la quiere para pregonar a los cuatro vientos el 'milagro'.

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