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El acusado del crimen no tiene perfil de psicópata ni fue inducido por los celos

  • Un informe forense descarta cualquier trastorno que alterase sus capacidades y conducta, así como el móvil pasional La defensa insiste en que "el verdadero asesino sigue en la calle".

El perfil psicológico de Francisco Javier Medina, el único acusado por el doble crimen en el que fueron asesinados Miguel Ángel Domínguez y su hija, de 8 años, en el domicilio en que ambos residían en Almonte en abril de 2013, no responde al de un asesino psicópata ni actuó movido por los celos, según se desprende de un estudio psicopatológico realizado en las diligencias previas a instancias del Juzgado de Instrucción número 1 de La Palma del Condado.

El informe, al que ha tenido acceso Huelva Información, fue solicitado por el perito de la acusación particular, el prestigioso forense Luis Frontela, si bien, dado que los resultados que arrojó no convencieron a la acusación, fue la defensa del acusado, pareja de la madre de la menor cuando sucedieron los hechos, la que solicitó que así constara al entender que sus resultados desmontaban el móvil pasional provocado por los celos y la ira como una de las líneas argumentales de la instrucción.

Según las conclusiones de dicho informe, la defensa del inculpado, privado de libertad desde 2014, considera que "se desmonta" una de las principales líneas argumentales de toda la instrucción, la del supuesto crimen pasional, dado que -argumenta- los resultados descartan "los celos enfermizos de Francisco Javier Medina frente al difunto Miguel Ángel" como causa del mismo.

En este sentido, insiste la defensa, el perito de la acusación particular, Luis Frontela, entendía que si no existían motivos pasionales, el crimen solo lo podía hacer "un auténtico psicópata", lo que, a su juicio, ha quedado "desvirtuado" a la luz de los resultados del escrito, del que se desprenden rasgos de la personalidad y conducta de Francisco Javier Medina que, en el momento de la exploración, no coinciden con los de una persona que padece enfermedad mental o anomalías psíquicas que, a pesar de la integridad de las funciones perceptivas y mentales, alteren patológicamente su conducta social.

Según rezan las conclusiones del mismo, realizado por un médico forense del Instituto de Medicina Legal de Huelva y un psicólogo, tras reconocer en varias ocasiones al procesado, en el momento de la exploración constatan que "no existe en la exploración psicopatológica ningún trastorno de la suficiente entidad como para alterar sus capacidades cognitivas y volitivas, que se encuentran conservadas". "La estructura de personalidad del sujeto -prosigue- no aporta ningún dato significativo, considerándose convencionalmente normal", recoge el dossier, que apostilla "que parece haber mantenido siempre una vida normalizada y adaptada", refiriendo el acusado que "mantiene adecuadas relaciones familiares y de amistad, y una muy buena adaptación a su sociedad".

De los resultados extraídos de la exploración, el informe colige que "no se puede determinar ni objetiva ni científicamente si existían", en el momento de ocurrir los hechos juzgados, "circunstancias psíquicas que por su naturaleza o intensidad tuvieran alguna influencia o modificación sobre sus capacidades cognitivas y volitivas, dado que el informado niega taxativamente los hechos que se le imputan".

El sujeto, que en el momento de la exploración, "se encuentra colaborador, coherente, lúcido, sin alteraciones del curso ni del contenido del pensamiento, ni ningún trastorno de la senso-percepción, con memoria conservada, y una inteligencia estimada dentro de los límites de la normalidad", pero con un estado de ánimo "descendido, con sintomatología depresiva" a causa de si situación personal y procesal, fue sometido a varias pruebas complementarias sobre la evaluación de su personalidad.

De las mismas se desprende que "se presenta libre de los defectos habituales que la mayoría de las personas considera normal", perfil asociado a las personas a las que "no se presupone ningún trastorno o problema de significación clínica"; con tendencia a presentarse socialmente "de forma favorable, pero dentro de los márgenes esperados en personas que no padecen patología alguna"; y con "alta compulsividad" pero igualmente "sin superar los patrones de normalidad".

Asimismo, su perfil "no ofrece datos significativos" a tener en cuenta para la elaboración de dicha prueba pericial con respecto a su personalidad, "pues está dentro de los márgenes de la normalidad en todas sus escalas", con las desviaciones "esperables" en una persona analizada en un contexto de análisis judicial.

La defensa del acusado aseguró a este periódico que no valora el informe " al igual que no hemos valorado nada de lo que se ha aportado hasta ahora", si bien precisó que "es uno más entre otros que ya obran en las actuaciones, y que vienen a corroborar que, indebidamente, hay una persona en prisión mientras que el verdadero autor sigue en la calle". "Si hay interés en trasladar a la opinión pública la verdad material de lo sucedido -añadió- es importante que se conozcan las conclusiones de este informe del Instituto de Medicina Legal y las de otros organismos oficiales que garantizan la imparcialidad en la causa".

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