emprendimiento | el sueño de un maestro cervecero

Ruben's El 'braumeister' de La Redondela

  • Rubén Mesanza ha hecho realidad su gran sueño de crear su propia cerveza artesana y comercializarla Desde su apertura en mayo pasado han salido 42.000 botellas y va a más

Una a una, hasta un total de 42.000 botellas de cerveza artesana (14.000 litros), han pasado desde el pasado mes de mayo con mimo por las manos de Rubén Mesanza Blanco, un peculiar emprendedor vasco asentado en La Redondela desde hace ya tres décadas, al que su afición por la bebida de los faraones y su espíritu inquieto han llevado a instalar una fábrica en esta localidad costera onubense.

Ruben's, como ha bautizado su cerveza en alusión a su nombre (aunque con apóstrofe seguido de una ese al final para dar "cierto carácter de internacionalidad" a su producto) arrancó en mayo y, por el momento, no ha ido nada mal. Lo dice a tenor de las 42.000 botellas de cerveza producidas y vendidas hasta ahora, buena parte coincidiendo con los meses estivales, en los que sacó al mercado unas 30.000 botellas (10.000 litros). Pero también por su media de producción actual, de unos 1.500 litros mensuales, y por la expansión del negocio que Mesanza prevé para los próximos meses.

Pero, como casi todo en el mundo de la empresa y los negocios, llegar hasta este punto no ha sido nada fácil. En el camino han quedado muchas horas de trabajo duro, no solo de él, sino de toda su familia, y numerosos quebraderos de cabeza, más una inversión superior a los 200.000 euros que tendrá que amortizar en los próximos años para hacer frente al préstamo de la entidad bancaria que ha confiado en su proyecto.

No obstante, Rubén Mesanza se siente tremendamente satisfecho y orgulloso por lo logrado hasta ahora, ya que, según confiesa, está haciendo realidad el gran sueño de su vida: convertirse en maestro cervecero (braumeister en alemán), en el lugar donde asentó su vida hace ahora 29 años.

Rubén Mesanza Blanco es natural de Vitoria-Gasteiz (Euskadi) desde donde se trasladó a La Redondela con sus padres con tan solo 9 años. A sus 38 abriles está casado con una lepera y es padre de una niña de cuatro años y de un niño de siete, por lo que afirma que su vida estará ya siempre ligada a esta provincia, aunque también confiesa que "el futuro siempre es incierto y yo soy muy inquieto".

La idea de instalar una fábrica de cerveza artesana comenzó a fraguarse en la cabeza de Mesanza hace unos diez años: "Quería hacer algo nuevo, pensando sobre todo en vinos, pero mi mujer es filóloga alemana, estudió en Leipzig, y con tantos viajes para estar con ella empecé a darme cuenta de que mi verdadera pasión era la cerveza, y dentro de ésta, la de trigo, mi favorita", confiesa. Comenzó entonces a darse cuenta de que en cada pueblo de Alemania la cerveza de trigo se hacía de forma diferente. "Eso me resultó muy interesante y empecé a investigar. En cada fábrica alemana que visitaba me metía en el obrador para ver cómo se elaboraba".

La vuelta de uno de sus viajes coincidió con su cumpleaños y su familia, que no sabía qué regalarle, finalmente cayó en la cuenta de que lo mejor era un kit para hacer cerveza artesana. "Ese fue el verdadero inicio de lo que hoy es una realidad -prosigue- porque de esta forma comencé a elaborar mi propia cerveza en casa".

Ese tipo de equipos aún no se conocía mucho por aquí, afirma Rubén Mesanza, aunque había ya adquirido bastante auge en otros lugares, y "ahora estamos en un verdadero boom cervecero y todo el mundo hace cerveza".

Sus primeras producciones, reconoce, eran "malísimas y asidradas". Sólo se las bebía él para decir a todos que "estaba muy rica, aunque en el fondo no había quien se tragara aquello". No obstante, su pasión por la cerveza le llevó a seguir investigando y asesorándose sobre las técnicas de elaboración, fundamentalmente a través de internet y aprovechando cada viaje que hacía a Alemania, donde, incluso, trabajó ayudando al braumeister de algunas de las fábricas que recorrió.

Su siguiente paso fue seguir haciendo cerveza en casa, aunque perfeccionando cada vez más la técnica gracias a los conocimientos que fue adquiriendo. Por eso abandonó el kit inicial y se hizo una pequeña fábrica artesana en un cuarto de su casa. La cerveza que empezó a elaborar en lotes de 40 o 50 litros era para él y para su familia: "Ya me salía buena, sobre todo mi favorita, la de trigo, que, además, es más sencilla de elaborar".

Hace ahora siete años logró que sus hermanos pudiesen beberla y que sus amigos se la pidieran cada vez en mayores cantidades. Fue entonces cuando decidió comenzar a venderla.

"Había gente que venía a casa y se llevaba 20 o 30 litros -explica- y me di cuenta que podría ser un buen negocio". No obstante, "montar la infraestructura que tengo ahora costaba muchos miles de euros y si lo hacía, quería hacerlo bien. Comencé a investigar sobre la maquinaria necesaria inicialmente en Barcelona, donde desde hace ya bastante tiempo hay mucha gente haciendo cerveza artesanal, y posteriormente en otros lugares del mundo".

El salto definitivo llegó hace unos tres años, que es el tiempo que le ha llevado a solventar los trámites administrativos necesarios, y que paralelamente dedicó a buscar las máquinas más adecuadas para hacer la cerveza que él quería. Finalmente encontró un fabricante en Alemania que le ofreció lo que buscaba en prestaciones y precio, siendo entonces el momento de lanzarse a buscar financiación para su proyecto.

En plena crisis, al principio ningún banco confió en su iniciativa pero Rubén Mesanza no tiró la toalla y con la ayuda de su familia ejecutó con sus propias manos las obras para adaptar un inmueble de su propiedad en La Redondela

Pero por fin, un buen día, un banco "me prestó el dinero, que, por cierto, ha sido la única subvención que he conseguido -afirma con ironía- y pude comenzar a montar la fábrica".

En este sentido siempre tuvo claro lo que quería: hacer cerveza filtrada, para lo cual es necesario contar con un equipo isobárico que trabaja con presión y frío controlado, "y eso se llama mucho dinero", añade. No obstante, siempre lo consideró "fundamental para hacer una buena cerveza artesana y transparente", que respondiese a los gustos de los consumidores de la zona.

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