Provincia

El incendio obliga a los inmigrantes a buscar pisos para compartir

  • La mayoría abandona el asentamiento y algunos se instalan en otras chavolas del pueblo Aseguran que el poblado se reconstruirá con el inicio de la campaña agrícola

El panorama dejado tras de sí por las llamas que el pasado viernes arrasaron buena parte de un asentamiento chabolista habitado por inmigrantes junto al cementerio de Lepe es poco menos que dantesco y desolador. El calor, sofocante; los tonos, negros y ocres; el olor, aún a plástico quemado, y el ambiente, tremendamente sobrecogedor.

Y es que tras visitar el lugar del siniestro solo cinco días después, donde se hallaban las casi cien chabolas afectadas lo único que pueden distinguirse son amasijos de hierro retorcidos y ennegrecidos por el humo, plásticos derretidos y esparcidos por el suelo, bombonas de gas calcinadas y restos carbonizados de lo que hasta el viernes eran naranjos bajo cuyo escaso cobijo se situaban las infraviviendas de cañas, maderas y plásticos.

Las únicas señales de vida las aporta algún que otro inmigrante que aún busca entre las cenizas alguna pertenencia, un grupo de cuatro o cinco subsaharianos que carga de objetos metálicos en la furgoneta de un chatarrero búlgaro, que intenta rescatar lo poco que queda aprovechable en el lugar antes de que en unos días la zona sea limpiada por el Ayuntamiento -según cuentan ellos mismos-, y las dos únicas chabolas que por el momento están siendo reconstruidas. Sus propietarios, de nacionalidad marroquí y que se identifican como Aziz y Abdul-que -no son sus verdaderos nombres porque prefieren mantener el anonimato ante los medios de comunicación por miedo a que sus familiares puedan conocer las pésimas condiciones en las que viven en España-, nos cuentan que no han tenido más remedio que ponerse manos a la obra y reconstruir sus chabolas porque es lo único que tienen. "¿A dónde vamos a ir -se lamentan- si lo hemos perdido todo".

En cuanto al paradero del resto de inmigrantes afectados parece imponerse la ley del silencio. Nadie sabe nada. "Cada uno se busca la vida como puede", afirma Aziz. No obstante, y tras hablar un rato con ellos y escuchar su problemática, comienzan a abrirse y a relatar que sus compañeros, o bien han buscado cobijo en otros asentamientos y chabolas de la localidad con amigos y conocidos, o permanecen unos días en pisos de acogida gestionados por alguna que otra organización humanitaria de la zona. "¿Alquilar viviendas?, eso es prácticamente imposible para nosotros", concluyen.

Ambos viven solos, cada uno en su chabola, y se muestran apesadumbrados tras haberlo perdido prácticamente todo. Abdul nos cuenta que en el incendio se quemó hasta la ropa que había logrado reunir para su hija pequeña y su mujer, ambas en Marruecos, y que les iba a llevar en su próximo viaje a casa. Aziz muestra su única compañía en la chabola, varios perros, algunos de ellos cachorros "que han sido abandonados a su suerte tras el incendio", y un buen número de gatos con pocos días de vida, "que logré rescatar y cuya madre murió como consecuencia de las llamas". Finalmente, a ambos no les cabe la menor duda de que, a pesar del aspecto desolador que presenta en estos momentos el asentamiento, "cuando empiece la nueva campaña agrícola regresará la gente, se reconstruirán las chabolas y todo seguirá igual porque no tenemos otra cosa". Pero por el momento, la reconstrucción del campamento no está siendo, como en otras ocasiones, la principal prioridad de los damnificados por el incendio que en estos primeros días están buscando otras alternativas.

Fuentes de Protección Civil de Lepe y de Cruz Roja, una de las organizaciones que se encargó de la atención de urgencia a más de una treintena de personas, apuntan a Efe que la mayoría de ellos o bien se han ido a otros asentamientos, localizados en el propio municipio, o se han realojado en chabolas que no se vieron afectadas, o se están decantando por el alquiler de pisos para compartir.

Eduardo Lozano, portavoz de Protección Civil, precisa que se está advirtiendo un incremento de esta última tendencia, sobre todo por parte de aquellos que la noche del incendio pernoctaron en el polideportivo municipal, que entienden como la más positiva, ya que les otorga unas condiciones de vida "más dignas". Con respecto al asentamiento afectado por el fuego, señala que los que optaron por reconstruir lo hicieron desde la primera noche, pero "son los menos", puesto que es "complicado" ya que "la parte alta quedó completamente calcinada". Continúan en pie las chabolas de la parte bajam, pero en ellas, precisa Lozano, no residen subsaharianos, población que copa fundamentalmente este tipo de asentamientos en la provincia de Huelva, sino marroquíes, que "no viven allí todo el año, sino a temporadas, y las prestan".

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