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La Guardia Civil investiga el supuesto intento de secuestro de una menor

  • Los padres han presentado una denuncia después de que dos hombres intentaran introducirla en un vehículo Los presuntos raptores desistieron tras los gritos de la niña

El pánico se ha impuesto entre la ronda Norte y la avenida Ría Carreras de Isla Cristina, especialmente entre los padres, desde que a primera hora de la tarde del miércoles los progenitores de una menor de la localidad denunciaran el intento de secuestro de su hija de 12 años, a manos de dos personas que se le acercaron por detrás mientras caminaba por la calle Boteros, y que intentaron introducirla de forma forzada en el interior de una furgoneta.

Los hechos tuvieron lugar alrededor de las 16:45 del miércoles, en la calle Boteros, que conecta la ronda norte con la plaza de las Cigüeñas, lugar en el que se encuentra el domicilio familiar de la menor, desde el que según ha narrado a Huelva Información se dirigía a casa de una amiga.

Fue entonces cuando recuerda cómo se le acercó por detrás una "furgoneta azul oscuro y con los cristales negros", ocupada por dos hombres, que la obligó a subirse a la acera, y cómo instantes después "uno de ellos se bajó y me cogió del brazo para intentar introducirme en ella". Del vehículo también recuerda el volante "a la derecha" y que la matrícula tenía la banda azul de la Unión Europea "con una efe de Francia".

Igualmente, de los dos individuos "aunque muy levemente", cree recordar que el conductor, que se quedó en su interior mientras el otro intentó introducirla en la furgoneta, "tenía barba", que "ambos eran de mediana edad", y que, "pese a que hablaban en español, su acento era extranjero" ya que pudo entender cómo le dijeron "algo así como que me iban a secuestrar".

La menor asegura que el susto fue mayúsculo y que lo único que pudo hacer fue gritar pidiendo auxilio, lo cual está segura que la salvó de que se la llevaran ya que "vino muy rápido una mujer que salía de comprar del supermercado situado en la esquina entre la ronda Norte y la calle Boteros", lo cual motivó que "los hombres se fuesen con el coche por la ronda en dirección hacia el muelle".

También afirma que desde entonces no ha salido a la calle presa del pánico, ni tampoco su madre, Rosario Contreras (38 años), y su padre, Rafael Romero (49 años) no se ha separado de ella desde entonces. Tal fue el miedo que pasó, sobre todo en la tarde-noche del miércoles, que incluso la amiga a cuya casa se dirigía cuando sucedieron los hechos "se quedó toda la noche con ella hasta que pudo dormirse pasadas las cinco de la madrugada", detalla la madre. Y es que durante la noche, indica la niña, "pasé mucha fatiga y tuve continuamente ganas de vomitar".

Los padres aún no salían ayer jueves de su asombro ya que aseguran que se trata de un barrio "muy tranquilo, donde vive muy buena gente y en el que nunca había pasado nada parecido en los 14 años que llevamos viviendo aquí". Del mismo modo, afirman que la Policía Judicial de la Guardia Civil "tomó ayer por la tarde los datos y declaración a nuestra hija" y "ha estado investigando desde entonces por la zona".

Fuentes de la investigación han confirmado que dan credibilidad a los hechos, y que se busca tanto al vehículo como a los hombres descritos por la menor. Según la Guardia Civil, la familia de la menor ha interpuesto una denuncia por estos hechos, de los que hay testigos, aunque no da más datos por tratarse de una menor.

Una vecina de la calle donde supuestamente sucedieron los hechos, Ana Martín, señaló a este periódico que en el momento en que éstos sucedieron no se encontraba en casa, pese a lo cual asegura tener "mucho miedo", por lo que le he dicho ya a su hija que "no se separe ni un momento de mi nieto y que lo lleve siempre pegado a la espalda". Otra vecina, que prefiere no identificarse y cuya casa se encuentra junto al supermercado de la esquina, asegura que la Guardia Civil ha preguntado a los trabajadores del establecimiento por los hechos, y han solicitado las grabaciones de sus cámaras de seguridad por si alguna hubiese captado algo que pudiese ofrecerles una pista sobre los presuntos autores o sobre la furgoneta que usaron.

Por lo demás, pocos hablan en el barrio, donde se ha impuesto una especie de toque de queda psicológico entre los padres, muchos de los cuales lo único que dicen es que sus hijos menores saldrán ahora menos, o más vigilados.

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