El caso de las muertes de Miguel Ángel y su hija de siete años comienza a esclarecerse y todas las pruebas apuntan directamente a F.J.M., sobre todo después de que fuentes acreditadas de la investigación revelasen que se habían encontrado restos de ADN en el baño de la avenida de los Reyes de la localidad de Almonte donde fueron hallados los cuerpos de padre e hija.

Según adelantó Mediaset en sus informativos, la coartada del joven almonteño también podría haber quedado en entredicho cuando uno de sus amigos cambió la declaración, despojándole de la red de seguridad que hasta entonces le había permitido situar su presencia en otro lugar en la noche de autos.

Este último eslabón, junto con las pruebas periciales que de modo meticuloso ha ido recabando el Grupo de Homicidios de la Unidad Central Operativa de Madrid y de la Unidad de Policía Judicial del mismo Cuerpo de la Comandancia de Huelva en el marco de la Operación MADO, terminaron de estrechar el cerco.

El joven, que pasó la noche en los calabozos del cuartel de la Guardia Civil de Almonte, llegó a los juzgados sobre las 10:10, custodiado por un fuerte cordón policial. Nada más bajarse del furgón lanzó una fugaz mirada a los medios de comunicación que esperaban su llegada y levantó la voz para preguntar "¿por qué me hacéis esto?".

En primer lugar se tomó declaración a María Elena Olmedo, ex mujer y madre de las víctimas, ante la juez que instruye la causa en el Juzgado de Instrucción número 1 de Huelva y que ha dirigido desde sus inicios la investigación policial. Tras varias horas de interrogatorios y sobrepasadas las seis de la tarde finalizaba la comparecencia, para que minutos más tarde fuera puesta en libertad, sin hacer declaraciones. Su abogada defensora, Inmaculada Torres, no quiso aclarar si sobre Olmedo pesa alguna acusación.

La Guardia Civil confirmó ayer que desde un primer momento las sospechas se centraron en las personas cercanas al entorno, debido a que tras una primera inspección ocular se confirmó que la puerta no tenía signos de haber sido forzada ni tampoco las ventanas que dan acceso a la terraza ni a los balcones que miran directamente a la avenida de los Reyes.

En paralelo, diversas pruebas e indicios apuntaban directamente a F.J.M. por la especial relación que mantenía con las víctimas: compañero de Miguel Ángel en la gran superficie en la que trabajaba y también por ser actual pareja de su ex mujer.

Casi 14 meses después de que se escribiese una de las páginas más negras en la historia del municipio del Condado se produjo la primera detención por parte de las fuerzas de seguridad, que el pasado miércoles practicaban además cuatro registros domiciliarios en Almonte, de donde es natural el único detenido.

El primero de ellos se llevó a cabo en la vivienda que poseía junto al Ciecema y que compartía con María Elena Olmedo, su compañera sentimental; el segundo de ellos en la calle Cristo, propiedad de los padres de él; un tercero en una nave-local propiedad del detenido; y el último de ellos, en la taquilla de su puesto de trabajo en el supermercado de Almonte.

Durante los mismos se intervinieron diversos objetos personales que están siendo analizados por los investigadores y los laboratorios de Criminalística de la Guardia Civil.

Los cuerpos de Miguel Ángel y su hija fueron hallados con signos de violencia por herida de arma blanca un lunes 29 de abril de 2013, después de que el abuelo materno de la menor acudiera al piso para saber por qué su nieta de siete años de edad no había acudido ese día al colegio, mientras que el padre también se había ausentado de su puesto de trabajo en el supermercado.

En un nuevo ejercicio de civismo, la familia de Miguel Ángel, personada como acusación particular, aguardaba acontecimientos y declinaba la posibilidad de realizar declaraciones hasta valorar el maremágnum de información arrojada tras la maratoniana sesión de interrogatorios que tuvo lugar ayer.

El portavoz de la familia del detenido, F.J.M., también rechazó la posibilidad de realizar declaraciones al respecto.