En defensa del patrimonio cultural

El oficio y la tradición de sacar corcho

  • El alcornoque, belleza, tradición y empleo en la Península Ibérica l La actividad del descorche permanece impasible al paso de los años y al empuje de las nuevas tecnologías

En las últimas décadas, el campo andaluz ha sufrido profundas transformaciones, muchas de ellas positivas, pero otras han conllevado cataclismos enterrando una parte de nuestro hecho cultural, como ocurre con numerosos oficios, algunos ya desaparecidos y otros en vías de extinción. Una sociedad sometida continuamente a la mudanza por los severos cambios tecnológicos y la falta de ayudas públicas, ha provocado que en espacios como la dehesa ya sean raros y escasos oficios tradicionales como talar encinas y alcornoques.

Sin embargo, otros siguen permaneciendo inalterables, como es el caso del descorche, donde el hacha sigue imponiendo su acero y el hombre su ley. Cuando llega el verano las fincas andaluzas, donde las condiciones climatológicas permiten la vida del alcornoque, se llenan de sonidos e imágenes vinculadas a esto oficio. En los espacios onubenses, cada nueve años, se saca este preciado producto por cuadrillas que proceden no sólo de Andalucía, también de Extremadura o Portugal, lo que supone un intercambio cultural, poco valorado, pero que incrementa y, a veces, hasta provoca cambios en la identidad.

A través de sus comportamientos destilamos la cultura de sus marcos de origen, ejemplificándose en rasgos como su forma de hablar o costumbres gastronómicas. Suelen ser hombres duros, criados en contacto con el medio ambiente, de natural nobleza, donde la lógica es la ciencia que mejor dominan. Saben que tienen que pelear duro con un medio hostil, en un oficio peligroso donde las alturas y el filo de las hachas acechan a cada instante.

En muchos casos la faena suele estar lejos, por lo que cuando llegan a los tajos ya han echado una parte de la peonada. Cerca de ellos siempre están los juntadores de corcho, el rajador, el camionero o los cargadores, formando todos una unidad que despoja a diario de su capa a los árboles.

Con su sabiduría contribuyen a la rentabilidad y a que permanezca el alcornoque en nuestros campos, siendo este árbol uno de los principales patrimonios naturales de la Península Ibérica, pues a su aportación de oxígeno o abono para el suelo hay que añadir la belleza que generan sus manchas verdes claras en el paisaje. Su corteza o corcho es un material muy especial, de gran calidad, biodegradable, constituyendo también un seguro de vida contra los incendios forestales. Esto hace que numerosas empresas, tanto de España como de Portugal compren las producciones para distintas aplicaciones como taponería, elementos de decoración o aislantes.

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