HAY unos sesenta etarras descansando en Venezuela desde que Felipe González pactó con el Gobierno de Caracas -mucho antes de Hugo Chávez- su acogida en aquellas tierras, en el marco de uno de los procesos de paz intentados por los presidentes españoles. La mayoría están hoy alejados de la banda e integrados en la sociedad venezolana.

Pero no todos. Algunos siguen activos, en la brecha del crimen. Chávez no ha capturado a siete terroristas con cuarenta asesinatos en su haber cuya extradición había solicitado España. Los jueces de Venezuela no contestan a los requerimientos de sus homólogos españoles, y la Policía, lo mismo. Uno de ellos, Arturo Cubillas, es funcionario de seguridad en Agricultura -sector expropiación de tierras, muchas de ellas propiedad de españoles- y está casado con una asesora de prensa del vicepresidente de Venezuela.

Este Cubillas fue procesado por el juez español Eloy Velasco por organizar entrenamientos conjuntos de ETA y la guerrilla colombiana, según documentaciones incautadas a ETA en Francia y al ex jefe de las FARC Raúl Reyes. Sigue en Venezuela, tan campante. Ahora otro magistrado de la Audiencia, Ismael Moreno, ha obtenido declaraciones de dos terroristas detenidos la semana pasada según las cuales fueron enviados por su jefe a Venezuela, donde los recibió, acompañó, protegió y llevó a hacer prácticas de tiro y uso de explosivos... Arturo Cubillas.

Son curiosas las reacciones del régimen de Hugo Chávez (hay elecciones y partidos, pero se trata de un régimen) ante la noticia. Y contradictorias. Chávez mismo dice que qué barbaridad, que cómo podemos dar crédito a declaraciones de "dos criminales sanguinarios desprovistos de calidad humana y moral", pero su embajador en Madrid manifiesta "serias dudas" de que dichas confesiones ante el juez sean totalmente voluntarias, sugiriendo que pueden haber sido obtenidas mediante la tortura, como si España fuera el Irán de su amigo Ahmadineyad o la Cuba de sus hermanos Castro. El líder de la autodenominada revolución bolivariana concluye como suele: todo el lío es producto de la permanente conspiración internacional contra esta magna empresa histórica, y las acusaciones, "un disco rayado". Lo dice el campeón mundial del disco rayado, ganado en dura pugna con los mandatarios antes citados. Se repite más que el pepino.

No necesitamos golpes de pecho huguistas contra el terrorismo ni calificativos altisonantes sobre los etarras, sino diligencia para colaborar con los jueces, fiscales y policías españoles en la lucha legal contra ETA, que tiene a Venezuela como una especie de balneario para terroristas, jubilados o no. ¿Hará algo con Cubillas?

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