Ajuste fino

Antonio Castro / Ancastro@huelvainformacion.es

La defensa de los chiringuitos

POSIBLEMENTE alguien que no sea andaluz se extrañe del debate que se ha abierto por aquí sobre los chiringuitos, esos establecimientos que sobre la arena sirven de consuelo al veraneante clásico que centra su ocio en la playa. Desde la ministra del ramo, que sigue en su sitio, hasta el ya ex presidente de la Junta, pasando por otros cargos del PSOE a nivel provincial, todos han coincidido en la necesidad de llegar a acuerdos para que la normativa sobre los chiringuitos sea flexible y esos establecimientos puedan seguir en la arena consolando al veraneante.

El argumento más socorrido ha sido el económico: los pequeños empresarios que desde hace décadas tienen este tipo de establecimientos como medio de vida y además cumplen con un servicio al turista y al autóctono que consideran necesario. María José Rodríguez, senadora del PSOE y mujer inteligente donde las haya, se ha destacado en esa defensa, que es algo que le tienen que agradecer los empresarios del sector servicios y sobre todo los propios veraneantes, voten donde voten.

Sin embargo, si uno repara en esas encuestas que se hacen en televisión para que la gente se pronuncie sobre la intención de Costas de acabar con los chiringuitos, lo que observa es que forman parte de la cultura autóctona, de la manera de ser andaluz que es mucho de apoyarse en la barra del bar y departir con el primero que llegue, por muy tópico que parezca. Es decir, que quizás la mejor manera de recurrir la intención de Costas sea pedir que los chiringuitos sean declarados patrimonio cultural andaluz, que es en realidad lo que son por muchas vueltas que le demos.

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