Paso cambiado

Javier / chaparro

Luz en las minas

EL inconfundible olor del mineral machacado, el ruido de las machacadoras girando sobre su eje, el trasiego de camiones de un lado a otro. El paisaje en la mina de Riotinto ha cambiado de forma radical. La extracción de mineral en fase de pruebas en Cerro Colorado se desarrolla sobre ruedas y las previsiones apuntan que su comercialización será realidad a principios de 2016. En este periodo de tránsito, Emed Mining pasará a llamarse Atalaya Mining, dejando atrás años de enmarañada tramitación de permisos, derechos mineros y recelos políticos que han venido marcando la procelosa reactivación de una mina singular que había echado el cierre en 2001.

La apertura de Riotinto, unida a la buena marcha de Aguas Teñidas y Sotiel, la esperada activación de Lomero-Poyatos, La Zarza y la próxima puesta en marcha de Magdalena junto a los cuatro grandes concursos mineros de exploración-investigación activados por la Junta, prueban la resurrección de la minería metálica en la Faja Pirítica. La creación de empleo es una realidad que comienza a ser perceptible a poco que se pasee por los pueblos de la comarca, pero aún así hay que hacer más y aprender de los errores del pasado. Entre otras cosas y afortunadamente porque, de ahora en adelante, no habrá más ERE pagados con fondos públicos ni puertas traseras para colarse en los listados de beneficiarios de esas ayudas.

La minería es un sector con fecha de caducidad por razones obvias, por lo que las administraciones están obligadas a tomar hoy las decisiones que marcarán el futuro a quince o veinte años vista. El apoyo a la formación de personal cualificado (que no abunda precisamente por algunos lares) y a las empresas contratistas y auxiliares (de mantenimiento, transportes, limpieza, restauración…) junto con la construcción de nuevas y mejores infraestructuras del transporte, capaces de absorber todo el material que salga de las minas, son tareas a afrontar con carácter inmediato. Otro tanto cabe decir de la estabilidad normativa, básica para un sector que para apostar sobre seguro necesita que no queden cabos sueltos. Ahí está, sin ir más lejos, la injusta judicialización a la que se ve sometida la reapertura de la mina de Aznalcóllar.

Por lo que se refiere a las empresas, no solo hay que exigirles que cumplan a pies juntillas con la ley, sino también que se impliquen de lleno con los pueblos: no se trata de que paguen los caramelos de la cabalgata de reyes o las flores de la procesión del patrón, sino de que sean cómplices del desarrollo económico y social, con proyectos concretos que permitan crear un tejido productivo alternativo una vez se eche el cerrojo a los pozos.

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