HAN empezado este fin de semana. Les ha costado llegar hasta aquí, el trabajo durante los meses previos ha sido intenso, y alguna que otra decepción se han llevado. Pero teniendo en cuenta que en el rugby no existen partidos amistosos, y siendo ellos conscientes de lo que representan, cumplirán sus objetivos. Los All Blacks están en el hemisferio norte y vienen a sembrar de dudas las cabezas de los seleccionadores de las potencias Europeas a un año escaso de la Rugby World Cup 2015. Son el equipo a batir y quieren demostrarlo. La derrota que sufrieron en el Championship ante los Springboks les obliga más si cabe a dar un golpe sobre el tablero mundial. La primera parada de su gira europea los llevó a Twickenham, donde Inglaterra dio por buena una derrota por la mínima. "Este test ha sido una pesadilla" confesó el zaguero neozelandés Israel Dagg a la salida del templo mundial del rugby. Con eso le basta al pétreo Stuart Lancaster, el encargado de llevar al 15 de la Rosa a proclamarse campeón en su Mundial. Jugadores como Dan Carter, Savea, McCaw o el maravilloso Kieran Read, han pasado ya a la historia, son campeones del mundo, dominadores del hemisferio sur, y los ejecutores del rugby maravilloso que sale de la cabeza de Steve Hansen. Parecería difícil buscar motivación para este equipo después de haberlo ganado todo. Vestir la camiseta negra te convierte en historia, y estos jugadores son conscientes de ello. Su maestría unida a su profundo conocimiento de la leyenda que tantos antes han generado durante años los hacen el equipo a batir. Antes la vistieron Lomu, Napia, Jones o Tana Umaga; este equipo va a dejarla tanto o más laureada que los anteriores, y eso pasa por pasear su mano de hierro por el viejo continente. Escocia y Gales esperan ante la visita del mejor equipo deportivo de la historia. Murrayfield de Edimburgo y el Millenium de Cardiff serán pruebas duras para los temibles All Blacks, que han venido a pintar Europa de negro.