Santiago / Hierro

Rubén Darío, el poeta de las piedras preciosas

Siempre tuve cierta predilección, en mis lecturas poéticas, por uno de sus rapsodas más influyentes de la generación del siglo XIX, como fue Rubén Darío, seudónimo, de su verdadero nombre, que era Félix Rubén García Sarmiento, nacido en Nicaragua el año 1867.

Este poeta, de una elevada cultura, se fue adentrando mayormente en la poesía más que en la prosa, obteniendo resultados muy valiosos en su entorno nacional, pero para buscar otro campo más amplio que le pudiera significar otra armonía de sus dotes culturales se trasladó a Chile, en donde se afincó un largo tiempo, empezando a colaborar en varias publicaciones periódicas en las que se observaba la influencia de los románticos españoles.

Ello le llevó a embarcarse con rumbo para Europa y pisar las tierras españolas, en donde se le dio muy buena acogida y expandiera sus dotes culturales, tanto en la poesía como en la prosa. Discurrían las fechas del año 1892.

Fue dedicando su tiempo a darse a conocer en diversas revistas con sus composiciones posteriores de su afamada revista Azul… entre ellas, como Sinfonía en gris mayor, escribe El Pórtico, de su colección En tropel (1893).

Fue corresponsal de la revista La Nación. En su trayectoria versificada estuvo cosechando éxitos, en donde destacó: Prosas profanas, Los raros y Canto de vida y esperanza.

Estuvo desempeñando cargos en Argentina y posteriormente en Francia, en donde se caracterizó con un lenguaje nuevo, lleno de matices, como la metáfora con sonoro sentido, por lo que la influencia se elevó en su mayor escala en la poesía hispano-americana de finales de los siglos XIX y a principios del XX.

Entre otros colegas de aquellos años que se fueron formando en torno suyo se distinguían como jóvenes poetas a: Jacinto Benavente, Francisco Villaespesa, Juan Ramón Jiménez y los hermanos, Manuel y Antonio Machado. La nueva poesía castellana y andaluza, empezaron a descollar, infiltrando Rubén Darío, una nueva savia, que enriqueció la métrica con una grata sensibilidad. De él se decía que fue el poeta más musical y el trovador más poético de la lengua castellana.

De una antigua revista del A.M.H., de donde he sacado algunos datos alusivos a este poeta había una estrofa de su poemario que dice así: "Yo supe del dolor desde mi infancia-mi juventud… ¿fue juventud la mía? Sus rosas aun me dejan su fragancia de melancolía…"

El gran poeta Amando Nervo, en un homenaje que le hizo a Rubén Darío, finalizó el mismo, con esta frase lapidaria: "¡Ha muerto Rubén Darío! ¡El de las piedras preciosas!".

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios