Javier Perianes. Pianista

"La simple posibilidad de que la OJA desaparezca como tal es un atropello"

  • El músico onubense se reencuentra de nuevo hoy y mañana con la Sinfónica de Sevilla para participar en su sexto programa de abono, que se abrirá con el 'Concierto para piano y orquesta' de Edvard Grieg

La juventud de Javier Perianes –nació en 1978– realza más si cabe su extraordinaria carrera. Figura habitual en los más importantes escenarios y colaborador de algunas de las más prestigiosas batutas del mundo –de Daniel Barenboim a Lorin Maazel, de Zubin Mehta a Libor Pešek–, el músico onubense, aclamado por la crítica como uno de los pianistas más estimulantes del panorama internacional, no se olvida de dar las gracias “a la vida, al destino y a Dios” por poder desarrollar su “vocación”.

“Las cosas marchan muy bien”, dice el intérprete, que afronta unos próximos meses “ilusionantes”. Pronto viajará a Japón para actuar con la Filarmónica de Tokio, luego trabajará con las de Varsovia e Israel y más tarde, en Estados Unidos, con Michael Tilson Thomas. En verano, el sello Harmonia Mundi lanzará sus dos próximos discos, uno dedicado a Beethoven, el otro con la obra para piano y las Noches en los jardines de España de Falla, un concierto que grabó la semana pasada en el Barbican Hall de Londres con la Orquesta Sinfónica de la BBC y el director Josep Pons.

Antes, hoy mismo, Perianes regresa a Sevilla para participar en el sexto programa de la temporada de abono de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla (ROSS), que conducida por Pedro Halffter interpretará la Sinfonía en Fa sostenido Mayor, Op. 40 de Korngold y antes, junto al onubense, el Concierto para piano y orquesta en La menor, Op. 16 de Edvard Grieg.

–¿Qué le atrae más de cada nueva colaboración con la ROSS? ¿Qué destaca de esta obra con la que regresa a Sevilla?

–El de Grieg es uno de los conciertos románticos más famosos. Yo creo que se inspiró claramente en Schumann: tanto éste como Grieg compusieron tan sólo un concierto para piano y orquesta y además los dos lo hicieron en La menor. Es una música expansiva, romántica, yo diría que hasta paisajística por su belleza, absolutamente emotiva. Creo que va a gustar muchísimo. Respecto a la orquesta, mire, tengo 32 años recién cumplidos y la primera vez que toqué con ella, 19. Para mí es una relación casi familiar. Encontrarme con la ROSS supone una alegría enorme. Fue una de las primeras orquestas con las que trabajé, eso marca. Yo no vengo a Sevilla a trabajar, vengo a disfrutar.

–¿Qué siente al ver recortados sensiblemente los presupuestos de la orquesta y del teatro?

–A lo mejor suena un poco fuerte, pero yo creo que es un atropello a la cultura. Son buques insignia, estandartes de esta ciudad. Además, la orquesta y el teatro representan no sólo a Sevilla, sino algo más. La ROSS fue un sueño compartido de los sevillanos, de los andaluces, de los amantes de la música y la cultura en general. Hay que recordar que un país que se empobrece culturalmente se empobrece también moralmente y por supuesto económicamente. En vez de tomar decisiones más valientes, los responsables políticos siempre recortan en cultura. Cuando, precisamente por ser tiempos difíciles, es por lo que hay que apostar. Pero bueno, voy seguramente a contrasentido...

–Ahora se está decidiendo el traspaso de la Orquesta Joven de Andalucía (OJA) a las filas de la Academia de Estudios Orquestales. Usted ha trabajado mucho con Daniel Barenboim y con Michael Thomas. ¿Qué balance hace de la OJA y del proyecto de este último?

–La OJA me parece un proyecto fascinante, pionero, abrió una puerta al exterior para muchísimos músicos andaluces de gran nivel. Sé que algo está pasando, que al maestro [Thomas] lo han cesado, pero no sé en qué consiste esa reforma de la que se habla. Lo único que le puedo decir es que la simple posibilidad de que la OJA desaparezca como tal me parece otro atropello. Es fantástico que la Orquesta del Diván tenga su sede en Andalucía, pero está igual de maravillosamente bien pensado que la OJA siga teniendo su funcionamiento habitual. Es mucho mejor sumar que restar. Yo creo que he sido muy claro.

–Dedicó su último disco a las sonatas del sevillano Manuel Blasco de Nebra. ¿Qué ve en él que sigue resultando contemporáneo al intérprete y al público de hoy?

–La música, en tanto en cuanto se vuelve a interpretar con el enfoque con el que uno la entiende, para mí sigue siendo actual. No he dicho contemporánea, he dicho actual. Porque quién puede dudar de que Hamlet o La Divina Comedia siguen estando de actualidad. O una ópera como el Mahaganny de Kurt Weill. Descubrí a Blasco de Nebra gracias a uno de mis maestros, [el pianista catalán] Josep Colom, que lo tocaba con muchísima sensibilidad e hizo una grabación referencial de su obra. No es por hacer patria, diría lo mismo si fuera de Pontevedra, pero la música de Blasco de Nebra es de una calidad inmensa.

–Es un gran defensor de la música española. ¿Se hace lo suficiente para divulgarla en el mundo?

–Sí. Creo que se hace todo lo que se puede hacer. Por otro lado, si me dicen que defiendo la música española, por mí encantado, pero no es mi intención. No voy de adalid de nada. Simplemente, creo profundamente en la música que interpreto en cada momento, y en parte de mis proyectos está presente la música española. Pero es que la música de Falla, Albéniz o Granados, y la de muchos otros autores españoles, es absolutamente universal.

–Se ha dicho que entiende la música como un lenguaje espiritual. ¿Cómo conecta usted, confeso devoto de la Semana Santa, ese sentimiento con las creencias y tradiciones de la religiosidad andaluza?

–[Se ríe] Aunque parezca un delito, porque mire que vivo cerquita, a la Semana Santa de Sevilla he venido sólo una vez. Es como si alguien me preguntara qué es la música para mí. Verbalizarlo es prácticamente imposible. El vínculo que uno establece con la música es personal. La música se tiñe de todo lo que uno es, y ahí está el sentimiento religioso, pero también el afectivo, incluso esa parte naïf y jovial que tenemos todos. Otra cosa es que uno pretenda que la música vaya un poco más allá, pero yo creo que lo pretende todo el mundo.

–¿Qué echa de menos en la educación musical de los jóvenes de hoy?

–Curiosidad. Estoy generalizando y siempre es desafortunado generalizar porque hay muchas excepciones. Vivimos en un tiempo en el que un click puede satisfacer toda curiosidad, pero hay falta de interés por saber qué pasó antes y de dónde venimos. Y eso hay que saberlo no tanto para saber adónde vamos como por saber por qué nos encontramos donde nos encontramos.

Sexto programa de la temporada de la abono de la ROSS. Hoy y mañana en el Maestranza, a las 20:30. Entradas de 20,50 a 32 euros.

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