Salvador Távora sigue insistiendo en que el lugar para Carmen está en la plaza de toros, "es el sitio adecuado". Lo acompaña con el cante como elemento de reflexión. Recuerda cómo Carmen se enamora en el ruedo. Pero ahora en la revisión que ha hecho una década después no hay sangre, aunque se mantiene la misma emoción. Para Salvador Távora esta es una oportunidad para darle un nuevo sentido al espectáculo taurino, donde asegura que nadie se puede sentir herido, porque aquí no hay muerte del toro.

La ópera flamenca Carmen llega a Huelva con La cuadra de Sevilla el 29 de julio, tras doce años de la gira de su primer montaje que también se vio en nuestra ciudad. Lo hace tras el preestreno en Antequera y de su estreno en la Maestranza de Sevilla desde donde ha partido hacia Burgos, Huelva, Marbella para iniciar así un recorrido por toda España que le llevará incluso en septiembre a Barcelona, lo que será sin duda todo un acontecimiento y es que en su anterior representación la obra fue prohibida en Cataluña y aunque ganaron los pleitos , para Salvador Távora "esta censura supuso una ruptura en el proyecto de Carmen, no compensada con ninguna indemnización".

Salvador Távora destaca que en este montaje no se vierte sangre del toro, pero se juega con el mismo, con un grupo de recortadores ante un toro en puntas, dentro de las raíces más mediterráneas de la fiesta. Participarán recortadores valencianos y en caballo la alta escuela de Jaime de la Puerta.

La ópera de un solo acto, de dos horas de duración, escenifica el mito de Carmen, cuyo personaje realiza la joven bailaora María Távora y el Don José, que representa el bailaor flamenco 'El Mistela'. Junto a ellos un completo cuadro flamenco, al que acompaña, en inédito acoplamiento, una de las bandas de tambores y cornetas más renombradas de Andalucía, la trianera de Jesús de las Tres Caídas, de la Hermandad de la Esperanza de Triana.

La sorprendente ópera flamenca de Távora es un espectáculo total, en el que además del mito español por excelencia, se repasa en forma de cantes y bailes de todos los palos, la historia del siglo XIX español desde la Constitución de Cádiz a la pasión de Riego, pasando por el absolutismo. Cien personas forman parte del montaje que se escenifica sobre un escenario y en una parte del ruedo de la plaza de toros.

Desde la visión de la cultura mediterránea, Salvador Távora asegura que este ritual taurino que aparece en Carmen, en los alberos dramáticos de las plazas de toros "es como un intento de ofrecerle la mano a un nuevo concepto de exhibir la belleza del toro y sus nobles embestidas y el ofrecimiento generoso del hombre por acariciar su figura en un vuelo de arte creíble y peligroso".

Según Távora la belleza del espectáculo Carmen y las emociones del encuentro del hombre con el toro, volviendo a los orígenes del sagrado ritual, "pienso que ayudará a entender que existe un camino para el espectáculo taurino respetando la integridad del animal, sublimando su belleza, y mostrando con claridad la entrega artística del hombre".