Juan Cobos Wilkins. Escritor

"Cada libro es un reto, un vértigo, un motivo para vivir, convivir y hasta revivir"

  • Su amor por el teatro le lleva a publicar 'Mysterium', la obra que hoy presenta en la Biblioteca Provincial. Los textos que la conforman son "turbadores en lo íntimo y perturbadores en lo social".

El escritor y periodista onubense Juan Cobos Wilkins descubre a las 20:00 de esta tarde su libro Mysterium, editado por Ediciones En Huida, en la Biblioteca Provincial de Huelva y en el marco del ciclo Letras Capitales. La obra será presentada por el director de teatro Teo Domínguez.

-¿Cómo es la sensación de inaugurar, o más bien de motivar y ser la razón de ser, de una nueva colección, titulada Extravaganza, de Ediciones En Huida?

-La historia es curiosa: los directores de Ediciones en Huida, tras crear el sello editorial, me escribieron solicitándome un libro, pero esa carta no me llegó. Pasó algo de tiempo y Martín Lucía, uno de los jóvenes editores, fue a verme a una lectura que daba yo. Se me acercó, hablamos, se aclaró lo del correo extraviado y me renovó su interés en publicarme un libro de poemas. Yo acababa de sacar Para qué la Poesía y no tenía ninguno inédito, sí de otro género: unas breves piezas teatrales escritas a lo largo de años. La editorial no contaba con una colección para acoger mi, digamos, extravagante propuesta.

-Eso no supuso un problema.

-Crearon especialmente una nueva colección que inaugura Mysterium, y que a partir de ahora dará cabida a escritos inclasificables. Por lo tanto, no sólo les estoy agradecido, sino que me resulta profundamente conmovedor. Les agradezco de corazón el riesgo y la apuesta por un género difícil y más en días tan duros, hirientes, sangradores para la cultura como son éstos.

-Las nueve piezas que conforman Mysterium son independientes y fueron escritas en distintas etapas. ¿Cuál es el nexo entre todas ellas?

-El fervor a la palabra ofrecida en el vuelo libre de la imaginación. Y también al revés: el fervor a la imaginación ofrendado en el libre caminar de la palabra. En su esencia hay ritual mágico, absoluta y desnuda entrega, sin concesiones. En unos, se señala abiertamente la injusticia, la locura del mundo en que vivimos, al que nos han lanzado a vivir con una patada en…, sí, ahí, en donde más duele y nos llena de duelo. Es, por ejemplo, el caso de la pieza titulada Oferta y Demanda". En otros flota una inocente perversidad con atmósfera de cruel cuento infantil, como en el Martirio del hada. El titulado El Teatro fue un reto que me propuso el gran director teatral y dramaturgo Alfonso Zurro. Se representaría en Sevilla en el Día Mundial del Teatro y tenía que durar un minuto. En fin, hijos distintos pero con ADN común.

-Usted mismo explica que en esta obra ha reunido textos, en sus palabras, "que no me atrevería a afirmar que pertenezcan de forma ortodoxa, en sentido canónico, al género teatral". ¿Podemos hablar de teatro poético contemporáneo o sería erróneo en este caso?

-Mauricio Gil, en la Fundación Caballero Bonald, habló del teatro de la crueldad de Antonin Artaud; en Sevilla, el ya citado Alfonso Zurro señaló la línea que el Lorca más transgresor y osado traza en El Público o Así que pasen cinco años, el teatro bajo la arena. Y en Madrid, otros directores, autores, actores, nombraban a Genet. Hace unos días, Teo Domínguez, que tengo la enorme suerte de que me acompañe en la presentación de hoy, me señalaba al revolucionario Tadeusz Kantor… Antes hablaba de un ADN común: son textos turbadores en lo íntimo y perturbadores en lo social. Y sí, con una inquietante atmósfera poética.

-¿En qué género se siente más cómodo?

-Siempre digo que tengo la suerte de haber nacido en una tierra en la que tan excelente es el jamón de pata negra como la gamba blanca, el gurumelo como la fresa… ¿Por qué elegir sólo uno? Cuando publiqué por primera vez, ya salieron prácticamente a la par versos y prosa.

-¿Qué le ha llevado a publicar esta obra?

-Mi amor por el teatro. Me embelesa, me fascina esa ceremonia de vida amasada con la materia de los sueños.

-¿En qué proyecto está trabajando ahora?

-Concluyendo una nueva novela. Y le adelanto que esa próxima novela se desarrolla en nuestra geografía y rescata un suceso singular y apasionante. Han transcurrido casi siete años de la última, El mar invisible. Yo necesito y requiero tiempo, nada de afanes ni imposiciones de mercado, la literatura para mí no es eso. Cada libro es un reto, un vértigo, un motivo para vivir y convivir y hasta para revivir; mi obra y mi vida van trenzadas, y en ocasiones con desnudez, ¿que esto incomoda? A mí me parece fértil el desasosiego.

-¿Qué opina de la poesía actual?

-Hay tantas "poesías" como poetas y, a veces, más poetas que poesía. El momento es feraz, rico, múltiple, variado…, conviven formas de muy distinta raíz y expresión. Es muy vivo e interesante el momento. En el último encuentro de poetas que he participado estuve con poetas muy jóvenes. Este libro que presento, Mysterium, sale en una editorial joven y de gente joven… Leo a Gamoneda y a José Daniel García, a Pablo García Baena y a Siracusa Bravo… No hay una frontera entre años biológicos y poesía. Además, en las fronteras, y me refiero ya a otras fronteras, en vez de levantarse alambradas de espinos debiera crecer el trigo, los árboles frutales…

-Su fértil encuentro artístico con Martirio cerró por todo lo alto Cosmopoética hace unas semanas. ¿Cómo resultó la experiencia?

-Habíamos estado ya antes inaugurando la Noche de los Libros, en Madrid, el 23 de abril (Día del Libro) en la Casa del Lector, y también realizamos nuestro encuentro al alimón para la Fundación Juan Gil-Albert, la Universidad Miguel Hernández... La clausura del Encuentro de Poetas del Mundo, en Córdoba, fue muy, muy conmovedora, inolvidable. En el maravilloso Salón de Mosaicos del Alcázar no cabía un alma desde más de una hora antes. Martirio es una artista genial y única. Ama la poesía, nos entendemos muy bien, vamos de la sonrisa a la emoción, a la tan necesaria reivindicación. Vamos de Cernuda a Chavela Vargas, de Miguel de Molina a Juan Ramón Jiménez, de José Luis Sampedro a Leonard Cohen, vamos de San Juan de la Cruz a Kiko Veneno, de Lorca a Fassbinder… Y y lo hermoso es que el público viene con nosotros.

- Usted fue director de la Fundación Juan Ramón Jiménez. ¿Qué le parecen las últimas noticias sobre el mal estado y total abandono de Fuentepiña?

-Triste, lastimoso. ¿Y por qué será que se me viene al pensamiento esta frase de Juan Ramón?: "Si Dios fuera y fuera español, al mes ya se le habría perdido el respeto."

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